El ajuste de oficinas y de empleo en el sector bancario no parece tener fin. Este mismo jueves los trabajadores del Popular protestaban en la Rambla de Alicante contra el ERE que ha puesto sobre la mesa la entidad -que supondrá el cierre de 15 sucursales y la salida de al menos 60 trabajadores en la provincia-, pero se trata sólo del último ejemplo porque lo cierto es que, en mayor o menor medida, el goteo de salidas se mantiene en todos los bancos. Sin contar estas bajas del Popular -que aún no se han materializado-, el sector ha reducido su número de ocupados en la provincia en más de 200 personas desde el pasado mes de enero pero, si se echa la vista atrás, ya son 4.354 los empleos que las entidades han suprimido en la zona desde el estallido de la crisis económica, bien sea a través de despidos, prejubilaciones o, simplemente, con la no reposición de las bajas que se producían.

En datos absolutos, esto significa que si en el año 2007 trabajaban 13.398 personas en el negocio financiero en Alicante, al cierre del pasado mes de septiembre la cifra se había reducido hasta las 9.044, de acuerdo con los datos oficiales de la Seguridad Social. En otras palabras, que ya han desaparecido uno de cada tres puestos de trabajo que generaba el sector en la provincia (el 32,5%, para ser exactos). En contraste, el número total de afiliados por cuenta ajena del conjunto de sectores sólo es un 10,3% inferior al que se registraba en aquella fecha.

Esto se debe en parte a que, al contrario de lo que ocurre con otras actividades igualmente afectadas por el estallido de la burbuja inmobiliaria, como el de la construcción, que ya han empezado a recuperar empleo, en la banca la sangría continúa e, incluso, amenaza con agudizarse en los próximos meses. «El año que viene va a ser muy duro en la banca y habrá ajustes importantes. La falta de Gobierno ha paralizado la reconversión del sector pero el FROB todavía tiene que decidir qué va a hacer con las entidades de las que es accionista y en el sector se esperan nuevas fusiones, que siempre van acompañadas de nuevos recortes de plantilla», se lamenta el responsable de Sector Financiero, Seguros y Oficinas de UGT en Alicante, José María Garrido.

Por ejemplo, una posible fusión de BMN con Bankia tendría una especial afectación en la provincia y en toda la Comunidad Valenciana ya que es el territorio donde más coinciden sus redes, la primera heredada de Caja Murcia y la segunda, de Bancaja. También está por ver qué ocurre con Liberbank (que absorbió la antigua Caja Castilla-La Mancha y que este año ya ha propuesto la salida de casi un millar de empleados en toda España) o con el reguero de pequeñas cajas que han sobrevivido a la crisis -desde Unicaja a la vasca Kutxabank, pasando por Ibercaja- cuyo tamaño les hace más complicado sobrevivir en el actual entorno de baja rentabilidad. El temor de los sindicatos es que, en el momento en que haya un nuevo Ejecutivo en la Moncloa, se reactiven todas estas operaciones, como apunta también el responsable de banca de CC OO, Rafael Pomata.

También los grandes

Los propios representantes de los trabajadores reconocen que las entidades tienen problemas para generar beneficios -«con los tipos en negativo la banca no gana nada con guardar el dinero de los clientes y la economía aún no tira lo suficiente como para que exista una demanda de crédito significativa», admite el portavoz de UGT-, lo que lleva a los ejecutivos a tirar de los recortes de personal para elevar las ganancias y contentar a los accionistas. A esto hay que sumar el avance inexorable de la banca digital, que provoca que las nuevas generaciones apenas se acerquen por las oficinas.

De esta forma, incluso los grandes del sector han sacado la tijera para redimensionar sus plantillas y sus redes aunque, en su caso, han intentado evitar medidas traumáticas. Así, el Santander anunció en marzo un ajuste de casi 1.400 empleados y el cierre de 450 oficinas y Caixabank ha puesto en marcha otro proceso voluntario para prejubilar a 510 trabajadores. En este último caso el recorte no afecta a Alicante porque la entidad considera que no es un provincia donde exista excedente de personal.

La caja catalana es uno de los actores que menos recortes de oficinas ha aplicado ya que parte de su estrategia ha consistido, precisamente, en captar a los clientes de las sucursales que desaparecían. También el Sabadell y el BBVA han continuado ofreciendo prejubilaciones -de forma individualizada- a sus empleados.