Mucha incertidumbre y pocas certezas sobre el impacto del Brexit en la economía provincial, salvo que el pasado 23 de junio los británicos votaron en referéndum a favor de la desconexión con la Unión Europea y que en estos momentos todo depende del marco de relaciones que fijen ambas partes -hay dos años de plazo para la negociación- y del tipo de cambio de la moneda.

Este fue el escenario que ayer se puso manifiesto en Alicante en unas jornadas celebradas en Casa Mediterráneo, a las que asistió un importante número de representantes empresariales y autoridades de la provincia, y que clausuró el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. Pese a las incógnitas expuestas, expertos como Sandra Deltell, socia-directora del área de Levante de PricewaterhouseCoopers, subrayaron que el periodo de dos años que se abre es un buen momento para que las empresas «sean capaces de adaptarse, incluso de reinventarse, lo que supondría tener ventajas competitivas».

Representantes de distintos sectores económicos alicantinos hablaron abiertamente de sus cautelas y de la preocupación por los efectos del Brexit. No en vano, Reino Unido es uno de los principales clientes de Alicante y las relaciones comerciales y la llegada de turistas suponen algo más de 2.000 millones de euros, una cifra equivalente al 7% del PIB provincial, según citó, Joaquín Melgarejo, director de Proyectos del Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca).

Al margen de las grandes cifras, las llamadas de atención las lanzaron los sectores que tienen entre sus primeros clientes a los ciudadanos británicos, ya porque sean sus visitantes habituales (turismo) o porque son compradores de viviendas que eligen la costa alicantina para residir tras su jubilación, sobre todo si se produce una devaluación de la divisa británica y, por tanto, se reduce su capacidad de consumo.

El sueño dorado de muchos ingleses es tener una «"casa al sol" para cuando sean mayores», según incidía el presidente de la Asociación de los Promotores Alicantinos (Provia), Antonio Fernández, quien trataba de trasladar al auditorio la importancia que la «ruptura de ese sueño», de esa ilusión puede tener. Porque «no sólo estamos hablando de los turistas que pueden venir o de los futuros compradores británicos de vivienda en nuestra provincia, sino de los que ya están aquí». Tanto Fernández, como Javier Fur, presidente del Círculo de Economía de Alicante, el propio Melgarejo o Miguel Ángel Benito, director territorial en Alicante de Hidraqua incidieron en la necesidad de crear un marco «que garantice a los residentes británicos en la provincia que, después del Brexit, van a gozar de los mismos servicios de que gozan ahora». Todo ello, para evitar «que se genere un desafecto y se desempadronen», añadía Melgarejo.

Un extremo sobre el que el representante de Hidraqua apostillaba que «tendremos un problema», si existe «una quiebra de confianza en poder acceder a servicios básicos (educación, sanidad...) y se plantean su salida». Hidraqua, que opera en 70 municipios alicantinos, sabe de la importancia de la planificación hidrológica de cara al abastecimiento en poblaciones, por lo que Miguel Ángel Benito incidía en la relevancia para aquellas con un censo importante de residentes ingleses. No es baladí el llamamiento, según expusieron los representantes empresariales, si se tiene en cuenta que más de 86.000 ciudadanos británicos viven en Alicante. Y en cerca de una treintena de municipios superan el 20% de la población. En otros, como Llíber, San Fulgencio o Daya Vieja rozan el 40%, y en Algorfa suponen hasta el 52%, expuso el presidente de la Diputación César Sánchez.

En el caso de la afluencia de turistas británicos, este año se ha salvado porque las reservas estaban hechas con anticipación, y se confía en que una posible devaluación de la moneda británica no afecte en los próximos años.

Tan «fieles» como son los turistas de Reino Unido a Alicante -especial meción merece, en este caso, Benidorm- parecen los clientes del principal sector exportador, como es el calzado. El presidente de la patronal zapatera (FICE), José Monzonís, dijo que «la marca España es muy reconocida» en Gran Bretaña, aunque mostró su temor «a largo plazo por si se profundiza en una tendencia proteccionista». Por su parte, Melgarejo, habló de la necesidad de «diversificar» mercados y de la «cooperación entre las empresas». Además, todos reclamaron las infraestructuras para ganar competitividad.