Los hogares españoles tributan de media un 26,74 % de su renta bruta, pero el sistema impositivo sólo logra reducir la desigualdad un 2,82 %, y la mayor parte de la política redistributiva (30 %) se lleva a cabo con prestaciones como pensiones, ayudas al desempleo y becas.

Así consta en el primer Observatorio sobre el reparto de los impuestos entre los hogares españoles, elaborado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada con datos de 2013, y que medirá a partir de ahora la incidencia de la actuación del sector público sobre la distribución de la renta entre los hogares españoles.

Según el estudio, los hogares más pobres (en torno a un 20 % del total) y los más ricos (un 10 %) son los que soportan una mayor presión fiscal en España, medida en porcentaje de impuestos que pagan en relación a su renta.

En el caso de los más pobres (con una renta anual media de 7.000 euros), hay una presión fiscal del 28,21 %, que se explica por el efecto de la imposición indirecta (principalmente el IVA), ya que a pesar de su baja renta no dejan de consumir vía ahorros anteriores o endeudamiento, y por las bases mínimas en las cotizaciones sociales.

También por las rentas negativas de los autónomos, que en 2013, en plena crisis económica, pudieron tener pérdidas frecuentemente, han explicado en la presentación el director ejecutivo de Fedea, Ángel de la Fuente, y los analistas y autores del informe Jorge Onrubia y Julio López Laborda.

Según Onrubia, "el sistema en su conjunto es redistributivo" y en términos globales "no estamos ni mejor ni peor que los países de la OCDE", ya que el problema del sistema fiscal español es más la capacidad recaudatoria, y que es un sistema "con bastantes parches".

También Laborda ha hecho hincapié en que la causas de la modesta capacidad redistributiva de los impuestos son conocidas, y se basan en que los impuestos indirectos son "claramente regresivos", y son pagados por todos por igual, al margen de su riqueza.

Según Fedea, todos los impuestos indirectos se comportan de forma regresiva y, agregadamente, estos tributos aumentan la desigualdad de la renta de los hogares en un 4,02 %.

Por su parte, la aplicación del IRPF reduce en un 7,47 % la desigualdad en la distribución de la renta bruta de los hogares, lo que permite que el conjunto de impuestos directos tenga también un efecto igualador del 6,83 %. La diferencia entre ambos porcentajes ofrece el 2,81 % de reducción de desigualdad general.