Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Enredos económicos

Los ministros en funciones de la economía española están alborotados y dañan al Gobierno, también en funciones

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. EFE/Fernando Villar

José Manuel Soria, exministro de Industria, Energía y Turismo, ha dicho adiós tras errar en las explicaciones por su participación en cuentas abiertas en paraísos fiscales. La causa debería ser el hecho en sí, antes que el desacierto en sus explicaciones; aunque, para Rajoy se dé, con ello, valor a su criterio de que en cuestiones del hablar hay que callar, ya que «en boca cerrada no entran moscas».

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, protagonista de muchos rifirrafes con él, a causa del impuesto al sol y otras no pocas cuestiones, habrá acentuado su sarcástica sonrisa. Él tiene la ingrata labor de dirigir a los que persiguen las trampas y deslices tributarios, pero no deja de meterse en todos los charcos, incluso no tiene empacho en hacerlo en los que el mismo se prepara. Ahora, José María Aznar, que se la tiene jurada, le ha atribuido el destape de la inspección sufrida y que acabó en 2014 haciéndole pagar por no incluir ingresos de sus conferencias en su IRPF y sí en la declaración de su sociedad con su esposa, con el consiguiente ahorro. Lo acusa de que «es injurioso hablar de defraudación, dado que todos los ingresos y los gastos han sido íntegramente declarados en todos los ejercicios», y califica su proceder como derivado de un distinto criterio en la interpretación.

Pero Montoro, que tiene palabras para todos, no se caracteriza por la discreción: olvida que la ley exige la no difusión de las actuaciones fiscales, y le dice que «la ley es igual para todos». Se la tienen jurada en Génova, y terminarán pasándole factura, eso sí, con IVA. Al pairo de las quejas de Aznar, también ha salido a la palestra, Esperanza Aguirre, acusándolo de que el pasado año «difundió con pelos y señales su declaración del IRPF». A él se la trae al pairo; recuerden que a Aznar ya le reprochó hace un tiempo sus críticas, y le recomendó silencio, como se lee en el cartel de los quirófanos: «No moleste, estamos operando»; a García Margallo lo tachó de arrogante, y con los artistas y los medios de comunicación tampoco se mordió la lengua.

Inequidad autonómica

Sin embargo, es el reino de taifas fiscal que impera en las autonomías el mayor mal que le aqueja, y se ha visto agravado por el abandono al que las somete. Desde el año 2014 deberían contar con una nueva ley de financiación, pero bien sea por su culpa, por su grandísima culpa, o por la del Presidente en funciones, que es amigo de seguir la máxima de Ignacio de Loyola, «en tiempos de tribulación no hacer mudanza», y en los de bonanza menos todavía, no llegó a emprender siquiera la negociación en 2013, y la ha estado aplazando pese a sus graves consecuencias y sus muchas contraindicaciones.

Ante el continuo aplazamiento de una ley tan vital y las exigencias continuadas de austeridad, la disparatada fórmula de reparto se ha demonizado, desquiciando a los responsables económicos de casi todos los gobiernos territoriales. En ciertos casos, como en Cataluña, aprovechan su inequidad para enarbolar proclamas y banderas independentistas. Y no es extraño, que en la mayoría de las Comunidades, la valenciana, especialmente, se hayan incumplido las exigencias de control del déficit, al no corregir los agravios discriminatorios que conlleva la heterogénea financiación per capita para atender la sanidad, educación y otros gastos sociales. Tampoco extraña que, ante el escaso margen de maniobra que tienen, se haya desmadrado el listado de impuestos propios de cada comunidad, que no para de crecer a pesar de sus muy escasos resultados recaudatorios.

De modo que el ministro de Hacienda en funciones está en el punto de mira de los propios; y mucho más en el de los extraños, aunque a él no parece importarle. Mientras, sigue exigiendo a las Comunidades que se aprieten el cinturón y que embriden su déficit, a la vez que se permite sonreír al decir que no hacen falta más recortes para alcanzar el equilibrio en el gasto. Contrasta en esta marejada que el Ejecutivo anuncie que los funcionarios del Estado recibirán la mitad de la paga extra pendiente desde 2012; un gasto que puede rondar los 450 millones de euros en un momento crítico; y es que no hay nada como las previsibles elecciones para otorgar parabienes, algo que a Montoro no le habrá gustado.

Desajustes en Economía

Otro ministro en funciones, el de Economía, Luis de Guindos, a la vez que solicita más plazo para recortar el déficit, ha empeorado los pronósticos sobre su nivel, los de la deuda pública y el desempleo para este año, y para el 2017, como resultado del retroceso que augura en el crecimiento para el conjunto de la economía española. La reducción del déficit para este año se eleva ocho décimas más, al 3,6% frente al 2,8%, y del 2,9% en vez del 1,4%, para el 2017, ello no obsta, según el ministro, para que se siga creando empleo, aunque la causa la atribuye a la peor situación de la economía mundial, que llevará a una cierta ralentización de nuestro crecimiento.

Sorprende que los ministros responsables de la economía de este país, que se olvidaron de citar los favorables vientos de cola en estos años como impulsores en gran medida de la recuperación, en cambio, ahora sí que atribuyan a las malas corrientes externas la causa del frenazo. Es seguro que Bruselas nos concederá al menos un año más para reducir el déficit, aunque a cambio exigirá contrapartidas, que en este momento, con un Gobierno en funciones, ha de callar para no perjudicar la neutralidad. Su malestar con el Gobierno de Rajoy es evidente, porque aún sin negar que la economía española ha mejorado, se ha visto afectada por demasiadas elecciones, se ha disparado el gasto, se aprobaron medidas fiscales electoralistas, se retrasaron los Presupuestos con la excusa de las elecciones andaluzas, y más tarde se elaboraron con una falta de realismo total, como se ha demostrado. Nuestros políticos hablan del circo según les va a ellos, se olvidan de las virtudes ajenas para alardear las propias, y al contrario respecto a los errores. Están empeñados en el «haz mal sin mirar a cual», en vez de avanzar en la concordia. Es algo a lo que ya nos tienen muy acostumbrados y que hace que la política de este país sea un infierno para los administrados.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats