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¿Dónde meto mi dinero?

La baja remuneración de los depósitos a plazo ha puesto a los ahorradores en el brete de decidir dónde invertir

¿Qué pueden hacer los valencianos con sus ahorros en un momento en que da miedo acercarse a la Bolsa y en que los bancos están más cerca de cobrar que de pagar a sus clientes por guardarles el dinero? Sin riesgo, desde luego, no hay muchas alternativas.

Atrás quedaron los viejos pero no tan lejanos tiempos en que la guerra por el pasivo llevó a las entidades financieras a dar rentabilidades del 3% y el 4 % por depósitos a plazo fijo, uno de los productos más seguros del mercado. La bajada del tipo de interés y la estrechez de márgenes han llevado a los bancos a aplicar remuneraciones de aproximadamente el 0,3 %. Es decir, casi nada. Es cierto que la inflación negativa está permitiendo a estos ahorradores no perder poder adquisitivo -siempre que su entidad sea compasiva con las comisiones, claro-, pero realmente se trata de una compensación tan poco atractiva que en los dos últimos años los valencianos han retirado 14.280 millones de los depósitos a plazo.

Escaldados por instrumentos, como las participaciones preferentes, que causaron enormes pérdidas a tantos pequeños inversores, los ahorradores se enfrentan al dilema de qué hacer con su dinero. Opciones hay, pero cuanto más rendimiento quieran obtener, más deberán arriesgarse. El director en Valencia de Renta 4 Banco, Juan Espinós, opina que lo primero que debe hacer el ahorrador, al que la situación actual «está forzando a convertirse» en un inversor, «es ver dónde se quiere situar como tal y, para dar ese paso, debe ser honesto consigo mismo, conocerse, saber que va a asumir riesgos y saber trasladar al gestor qué es lo que quiere». Y tener claro que «si va a superar el umbral del sueño, se va a poner nervioso, no va a poder dormir y se va a pasar todo el día mirando la cotización de sus inversiones, mejor que siga con su depósito a plazo» o con el dinero a la vista o en cuentas corrientes, a donde han ido a parar parte de los pasivos que los valencianos han sacado de esos productos con fecha de caducidad.

El director de Banca de Particulares del Banco Sabadell, Albert Figueras, avisa de que la baja remuneración de los depósitos se mantendrá en los próximos años y apunta algunos productos, también ofertados por su entidad, que pueden utilizarse como sustitutivos para quien busque el riesgo cero. Por ejemplo, los llamados Cialp (Cuentas Individuales de Ahorro a Largo Plazo), que garantizan la inversión y en los que no tributa el rendimiento si se mantiene cinco años. La entidad dice que 400.000 clientes se han pasado en un año a esta fórmula que ofrece un 0,75 %. También están los depósitos estructurados, en los que el inversor no arriesga la inversión, aunque sí la retribución. En el caso del banco heredero de la CAM, si dos grandes firmas como Telefónica y Total están en el plazo de trece meses por encima del valor de compra, el inversor recibe un 1,75 %. Si están por debajo, un 0,20 %, es decir una décima menos de lo que obtendría por un depósito a plazo. También están los planes de ahorro, un seguro para invertir a diez o quince años por el que se paga solo un 0,50 %. Juan Espinós añade como muy seguros los fondos monetarios, que son una mezcla de bonos de corta duración y depósitos bancarios, cuyo principal problema es que la comisión por la gestión en ocasiones se come la remuneración: se ofrece de media un 0,43 % y se cobra el 0,20 %.

El director de Estudios de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones Inverco, José Luis Manrique, considera que el perfil del inversor español es muy conservador. De esa forma se manifiesta éste, aunque «sus inversiones no demuestran que eso sea así en la realidad», en especial desde que en 2012 empezó a caer la remuneración de los depósitos a plazo. Manrique apunta que «en un entorno de búsqueda de rentabilidad, se observa un desplazamiento hacia los fondos de inversión» y la prueba de la menor aversión al riesgo es que «los partícipes [de esos productos] con exposición a renta variable en 2012 era solo del 21 % y ahora ya llega al 42 %».

Dice Manrique que, por el entorno, «es casi una obligación arriesgarse en busca de una rentabilidad mínima» y recuerda que en países del Norte de Europa, como Suecia, las entidades financieras pagan a su banco central un 1,1 % por tener allí su dinero, motivo por el cual «los bancos no tardarán en trasladar esa política a sus clientes». Por tanto, si el ahorrador codicia mejores remuneraciones no le queda otra que entrar en zona peligrosa. Los expertos consultados coinciden en que a la hora de invertir en productos que no garanticen el retorno del dinero es esencial tener en cuenta la disponibilidad y el plazo, es decir, que nunca se debe destinar a este tipo de productos un dinero que, por ejemplo, puede hacer falta a seis meses vista. Sin esa precaución, incurrir en pérdidas es una posibilidad con visos de hacerse realidad.

Manrique asegura que los fondos de inversión «son seguros», entre otros motivos porque «están gestionados por profesionales, con lo que las pérdidas están limitadas», si bien la inseguridad crece según el porcentaje de renta variable (acciones cotizadas en Bolsa) que contengan.

Una opción alternativa son los planes de pensiones. Tienen ventajas fiscales, pero la aportación anual máxima es de 8.000 euros, lo que limita la capacidad del inversor. Su rentabilidad media alcanzó el 1,2 % el año pasado.

¿Y la Bolsa? Pues como dice el director de Banca de Particulares del Banco Sabadell, «el riesgo es total», así que el ahorrador, «si no cumple el perfil de ser conocedor del mercado, es mejor que invierta en fondos, que están en manos de los gestores y evitan tener que asumir decisiones».

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