El aumento de la presión urbanística y de la población residente son dos de los fenómenos que más intensamente marcaron a la provincia durante la década transcurrida entre los años 2003 y 2013 y que más pueden influir en su futuro. No en vano, en estos años se recalificaron nada menos que 9.563 hectáreas de suelo -o, lo que es lo mismo, el equivalente a 3,6 campos de fútbol como el Camp Nou cada día-, se finalizaron 246.762 viviendas y llegaron a la zona nada menos que 313.293 nuevos residentes, de los que, además, una gran parte son jubilados europeos, lo que ha provocado un envejecimiento acelerado de la población.

Así lo recoge el Balance Socioeconómico de la Provincia Alicante elaborado por Ineca, en el que se analizan los principales cambios que ha sufrido la demarcación en este tiempo y su situación actual. Un diagnóstico que parte de una realidad a priori positiva: un territorio más equilibrado de lo habitual en la geografía española gracias a la existencia de un mayor número de poblaciones de gran tamaño que se reparten a lo largo de toda la provincia, a diferencia de lo que ocurre en otras zonas donde la capital tiene un peso mucho más preponderante. Así, Alicante cuenta con 8 de los 16 municipios de más de 50.000 habitantes de la Comunidad Valenciana, lo que favorece un crecimiento más sostenible, de acuerdo con los parámetros de la Estrategia Territorial Europea.

Sin embargo, esta ventaja se ve contrarrestada por las escasas dimensiones de la provincia, que con 5.817 kilómetros cuadrados apenas supone el 25% de la superficie de la Comunidad, y, sobre todo, por la «importante presión constructora» que ha vivido, al menos, hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria.

Más presión sobre el territorio

Durante esta década, la superficie declarada urbana en la provincia se ha incrementado un 24% -cuatro puntos más que el aumento medio registrado a nivel nacional-, al pasar de 39.736 hectáreas a 49.300. Es decir, 956,3 hectáreas anuales o 26.200 metros cuadrados diarios, el equivalente a 3,6 campos de fútbol. Esto significa que se ha recalificado el 1,64% de todo el territorio, una cifra que en principio no parece excesiva pero que cobra nueva dimensión si se tiene en cuenta que en el conjunto de la autonomía el porcentaje de suelo que ha cambiado de calificación se reduce al 0,84% y en el conjunto del país al 0,42%. Y sobre todo, si se tiene en cuenta que Alicante ya tenía un grado de ocupación de suelo mucho mayor: en la actualidad el 8,5% de la provincia ya es suelo urbano frente al 2,2% nacional.

La mayor presión urbanística también se aprecia en el volumen de ese suelo recalificado que, finalmente, ha sido edificado. En Alicante los terrenos construidos se han incrementado un 28,57% en estos diez años -se ha construido sobre 6.600 de las 9.563 nuevas hectáreas urbanizables- , frente al 21,52% autonómico o el 11,79% nacional.

No obstante, también llama la atención la importante cantidad de suelo que se ha quedado sin utilizar y que se suma al stock que ya existía. En total, en estos momentos hay 19.605 hectáreas sin edificar que, según Ineca, serían suficientes para dar cabida a 1.280.000 de nuevos residentes, de la misma forma que el suelo pendiente de desarrollar en toda España podría albergar a 37,8 millones de personas.

Más inmigración

Sin llegar a esas cifras, lo cierto es que Alicante ya ha registrado un incremento de población muy superior a la media durante la década analizada, con 313.293 nuevos residentes, lo que supone un 19,19% más que en 2003 frente al crecimiento del 10,33% que ha experimentado la población española. Pero, además, estos nuevos alicantinos tienen características diferentes a las del resto del país, ya que, además del importante grupo de inmigrantes económicos que llegó durante los primeros años de la década a todo el territorio nacional, en Alicante hay que sumar los numerosos jubilados europeos que han continuado eligiendo la Costa Blanca para pasar sus años de retiro.

Un fenómeno, este último, con «importantes consecuencias en el desarrollo de los servicios públicos a ofrecer» y, por tanto, en el futuro de la economía local, según los autores del informe, los profesores Joaquín Melgarejo y Francisco Llopis. Sobre todo porque ha acelerado el proceso de envejecimiento que experimenta la población, hasta el punto de que la edad media de los alicantinos ha pasado de estar por debajo de la nacional en 2003 -39,5 años frente a 40,1- a ser ahora superior -42,1 años frente a 41,8-. Esto se traduce, por ejemplo, en una mayor tasa de dependencia (el 28,2% de los mayores) y en un menor número de nacimientos, lo que limita la reposición de esta población por crecimiento vegetativo.

Como ya es de sobra conocido, todo esto también se tradujo durante los primeros años de esta década en una fiebre constructora que llevó a incrementar el parque total de viviendas de la provincia de 1.073.488 a 1.279.082, de las que un 42% están consideradas como secundarias. También se constata que Alicante es una de las zonas donde el sector ha empezado a reactivarse antes gracias a la importante caída de precios, que sitúa el metro cuadrado por debajo de los niveles de 2003.

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