Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

«Las pymes son las más perjudicadas por la desaparición de las cajas»

El presidente de Analistas Financieros Internacionales pasó por la provincia para participar en las Jornadas sobre Economía Española

«Las pymes son las más perjudicadas por la desaparición de las cajas» ISABEL RAMÓN

Viene usted a hablar de la situación de la banca después de la crisis, ¿cómo es esa banca? ¿Ha cambiado mucho?

Sí, como digo yo, la flora y la fauna bancaria han cambiado mucho. Primero, se ha reducido el censo de operadores bancarios y ha desaparecido una especie que había en la fauna bancaria española, que eran las cajas de ahorros. Y diría que desgraciadamente, porque las cajas tenían un papel muy importante en términos de permeabilidad y de garantizar la inclusión financiera. El segundo rasgo que se observa es un aumento en el grado de concentración al reducirse el número de oferentes. El tercero es la percepción de que el proceso está inacabado y, como las propias autoridades han señalado, es posible que todavía haya un proceso de concentración adicional. Otro rasgo muy importantes es la existencia de una presión reguladora grande que se está traduciendo en una, digamos, lenta normalización del crédito a la economía real, sobre todo a las pymes, y en una preferencia por la inversión en deuda pública. Si sumamos todo esto, el diágnostico que resulta es que todavía hay una cierta distancia hasta la completa normalización de la intermediación bancaria.

Dice usted que el crédito no fluye y lo que dicen las entidades es que no hay demanda...

Habría que precisar que lo que no hay es demanda que ellos consideren de calidad. Claro que hay demanda, cómo no va a haberla en una economía como la española, en la que todavía hay un nivel de endeudamiento privado muy elevado. Aunque sólo sea demanda para refinanciar, sí que hay.

Entonces, ¿hay un exceso de celo por parte de los bancos en estos momentos?

Sí, ésa es la palabra, celo o aversión al riesgo. E insisto, también hay una regulación que favorece más la invesión de los bancos en deuda pública que en préstamos a una pequeña empresa.

Entiendo que aboga por cambiar esa regulación.

O al menos debería favorecerse la existencia de modalidades de financiación no bancaria. Una empresa que nace tiene muchas más dificultades de financiación en un sistema como el europeo continental que en Estados Unidos. Debería potenciarse, por ejemplo, la financiación mediante fondos de capital riesgo. Nuestro país ya es importante para los fondos que se llaman de capital desarrollo, para empresas que ya están en su madurez, pero los fondos de capital semilla, los fondos que financian el nacimiento de empresas, apenas existen. En cuanto a los bancos, nos tenemos que acostumbrar a que en el futuro próximo van a estar muy orientados a inversiones que ofrezcan muy poco riesgo. Y eso, desgraciadamente, excluye a determinado tipo de empresas.

¿Iniciativas como el reciente intento de cobrar dos euros por sacar dinero del cajero no demuestran que la banca tiene un problema de rentabilidad?

Es obvio. Los bancos, ante un estrechamiento de márgenes y la ausencia de créditos suficientemente atractivos, están realizando un desplazamiento hacia el cobro de comisiones por servicios. Por retirar dinero, por tener depositados los valores, por gestionar los fondos de inversión... Y no hay que descartar que en algún sistema bancario de Europa se empiece a cobrar por tener depositado el dinero en los bancos.

¿Es algo que puede ocurrir en España?

Podría llegar a ocurrir que en lo que es la gestión de tesorería de las empresas se cobre comisión. Lo que, efectivamente, pone de manifiesto la presión en márgenes, la presión en resultados que hay.

Citaba usted la desaparición de las cajas, ¿lo tienen peor las empresas de las comunidades autónomas que han perdido sus entidades propias?

Claramente. Ya hay un primer impacto, que es una menor capacidad de negociación con el sistema bancario. La desaparición de entidades ha hecho que el equilibrio entre los que ofrecen y los que demandan se haya alterado. Las cajas de ahorros concentraron un exceso de inversión crediticia en un sólo sector, en el inmobiliario, pero, por contra, tenían una interlocución, un grado de porosidad en el territorio y una vinculación con las familias y las empresas, sobre todo con las pymes, que ahora se ha reducido significativamente.

Es decir, que son las pymes las grandes damnificadas.

Totalmente, son las más perjudicadas. Con una particularidad, además, que en Alemania hay un 50% del PIB que no depende de las pymes, pero en nuestro país tienen un peso mucho mayor, sobre todo en el empleo. Y en particular las micropymes. No-sotros tenemos 3.140.000 empresas pero el 90% tiene menos de nueve trabajadores, por tanto, ese riesgo de exclusión financiera parcial es ahora mucho mayor que antes de la crisis.

Cambiando de asunto, le he escuchado a usted ser muy crítico con la recuperación, en el sentido de que afirma que el crecimiento actual no es mejor, no es más sano que el que había hace siete años. ¿Volvemos a caer en los mismos errores?

El crecimiento económico es evidente pero es vulnerable y dependiente. Es dependiente porque la economía española, fundamentalmente, está creciendo gracias a un Banco Central Europeo proactivo, a unos precios de las materias primas y de la energía muy bajos y a unos salarios que se han contraído o, en el mejor de los casos, se están manteniendo. Esto también lo hace vulnerable porque cualquiera de estas circunstancias puede cambiar y, desde luego, una economía no puede vivir toda la vida -y menos una avanzada- con salarios muy bajos. Y esto último nos remite al patrón de crecimiento, a la forma en que crecemos. A día de hoy no vemos un fortalecimiento en sectores más intensivos en tecnología media y alta, que es lo que la economía española necesitaría. No especializarnos en sectores muy dependientes de costes salariales muy bajos, sino empezar a desplazarnos poco a poco a sectores que nos permitan ser menos sensibles al factor trabajo.

¿Cómo se logra eso?

No se trata tanto de un cambio de modelo productivo, como se dice por ahí. Lo que hay que conseguir es que lo que hacemos, que lo que «vende» la economía española tenga un contenido tecnológico mayor y que generemos más ingresos. Por ejemplo, en el turismo el objetivo no sería lograr más entradas, sino conseguir un aumento del gasto por visitante. Y en el caso de las exportaciones, aumentar su valor tecnológico. ¿Cómo se puede conseguir eso? Facilitando la natalidad empresarial. Es muy difícil que nos desplacemos hacia sectores nuevos si la natalidad empresarial es negativa y no se favorece el surgimiento de nuevos negocios en estas áreas.

¿Por qué hay esa sensación de que el crecimiento económico de las grandes cifras está llegando tan poco a la calle? ¿Qué correa de transmisión es la que ha fallado?

Pues precisamente eso, han fallado los salarios. Estamos creando empleo casi al mismo ritmo que crece la economía pero es verdad que el empleo que creamos es con salarios nominales bajos. Más bajos que los de 2007. Eso no ayuda a que las familias se motiven mucho, a que cambien el mobiliario o los electrodomésticos. Y a ello hay que añadir que la familia media española todavía tiene un nivel de deuda en relación a su renta disponible muy alto.

¿Cómo ha influido la reforma laboral?

La reforma del mercado de trabajo de 2012 ha podido facilitar una mayor flexibilidad empresarial, una mayor contención de los salarios, pero esta contención hubiera ocurrido de todos modos aunque no se hubiera aprobado. Está claro que la capacidad de negociación de los trabajadores se ha debilitado mucho durante la crisis, entre otras cosas, porque, usando términos económicos, hay mucho stock de mano de obra disponible en el desempleo. Lo que ocurre es que sería un error pensar que la economía puede mantener su ritmo de crecimiento sobre la base de salarios bajos. Más del 60% de la determinación del crecimiento de la economía española depende del consumo y, si mantenemos salarios bajos, el gasto no va a crecer.

Ahora mismo, ¿que nos debe preocupar más la situación en Cataluña o la desaceleración en China?

Ahora mismo, de forma inmediata, si China tuviera una contracción muy pronunciada de su crecimiento, el impacto sobre Europa sería muy importante. Hablamos del principal cliente de Alemania, que también es un gran financiador y un gran consumidor de materias primas. En definitiva, es la segunda economía más grande del mundo y si China, que nos ha tenido acostumbrados a crecer a una tasa media del 10%, mañana tiene una desaceleración o problemas serios, bueno, aquí en Europa tendríamos que abrigarnos.

¿Y la situación catalana, no afecta?

Bueno, es malo, porque la incertidumbre política siempre acaba afectando. Pero, a día de hoy, si uno mira a la economía real y sobre todo mira a las variables financieras -que serían las primeras en reflejar tensiones- ni los mercados están particularmente nerviosos, ni los agentes económicos españoles parece que estén inhibiéndose de forma manifiesta por los problemas políticos. Es verdad que puede haber empresas en Cataluña que estén mucho más preocupadas y que hayan congelado decisiones de inversión allí y que, incluso, se hayan planteado pasar inversiones de aquella comunidad autónoma a otra. Pero lo cierto es que, de momento, no tiene grandes efectos.

¿Pueden truncar la recuperación económica los resultados de las elecciones?

Yo creo que no. Si miras los programas económicos, nadie está proponiendo decisiones radicales, nadie plantea la salida del euro. Cualquier combinación que salga no tiene por qué alterar de forma radical la orientación básica de la economía española. Yo confío en que haya suficiente capacidad de acuerdo para mantener los compromisos de España dentro de Europa e incluso la mejora de las instituciones.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats