Tras la expropiación de Rumasa en febrero de 1983, José María Ruiz-Mateos permaneció más de un año huido de la Justicia en diferentes países, hasta que fue detenido en el aeropuerto de Fráncfort. Pagó 550 millones de pesetas para salir en libertad y, desde entonces, se dedicó a intentar recomponer su imperio y a perseguir al que consideraba el máximo responsable de su caída, el entonces ministro de Economía Miguel Boyer, al que llegó a esperar disfrazado de Superman en la puerta de un juzgado, cuando le espetó el famoso «¡que te pego, leche!», mientras le daba un puñetazo. En su cruzada llegó a presentarse a las elecciones del Parlamento Europeo, donde obtuvo dos representantes y 700.000 votos. La polémica nunca le abandonó y fueron constantes sus problemas con la Justicia. En 2011 la Audiencia Nacional admitió a trámite la querella por la emisión de pagarés de Nueva Rumasa y tenía pendientes varios juicios más.