En la conferencia que impartió en la clausura del MBA de la UMH habló de liderazgo humano y de su papel en las organizaciones del futuro. ¿Hacia dónde vamos?

Lo que está por venir es un cambio muy fuerte, y hay muchas circunstancias que van a rodear esta transformación en los próximos cinco años. De un lado, se jubilará la generación del «baby boom», y se incorporará la Generación Z, que coincide con el valle en las tasas de natalidad. Luego, por primera vez en la historia, habrá cuatro generaciones trabajando, con sus distintas formas de entender la vida: los «Baby Boomer», la Generación X, la Y y la Z. La tercera circunstancia que se da es que cada vez es mayor la necesidad de que el trabajo sea una parte más de la vida, y sobre todo las nuevas generaciones necesitan trabajos que les apasionen y en los que puedan disfrutar, pero también tener espacio para sus aficiones. Por eso, si las empresas no adoptan modelos de trabajo más flexibles, estas personas acabarán emprendiendo. La cuarta circunstancia que converge es la tecnología. Todo eso hace que cada vez sea más importante el liderazgo humano y la transparencia dentro de las empresas, que deben permitir que las personas puedan crecer personal y profesionalmente, y es importante el liderazgo humano y el autoconocimiento.

Los planes de estudio oficiales suelen ir por otro lado. ¿Qué hacer para estar bien posicionados?

Es cierto que la formación en las universidades y en las escuelas de negocio van por otro lado, pero hay otras vías para conseguirlo. Lo primero es conocerse a uno mismo, para saber en qué eres bueno y cuándo es necesario pedir ayuda, y para aprender a gestionar las sombras que todos tenemos. Eso también permite darte cuenta de que, al final, todos tenemos las mismas necesidades y miedos, y la relación entre personas cambia totalmente. Hace unos días, sin ir más lejos, cenaba con un directivo y me comentaba que en un momento muy crítico de su vida descubrió la meditación, y hoy está más tranquilo y centrado. Empezó esta crisis desarmado, la vida lo zarandeó y llegó a la meditación, y hoy puede hacer algo tan importante como dormir por las noches. Lo que quiero decir es que la sociedad actual ofrece herramientas. En Infojobs, por ejemplo, tenemos una sala para ofrecer yoga y meditación. Al principio, la compañía no lo acababa de ver, pero ahora, cinco años después, se ha dado cuenta de los cambios. Se genera más confianza y equipos más unidos.

¿Están las empresas preparadas para ese cambio de chip?

No hay muchas, pero sí es verdad que cada vez son más las que empiezan a hacer cosas. El problema es que muchas veces se piensa que esto sólo funciona en las empresas tecnológicas porque hay gente más joven. Dicho esto, es verdad que las empresas en España no están preparadas, pero porque los que no están preparados son sus directivos. Las empresas son el reflejo de sus directivos, y el problema es que no se deja que los directivos sean humanos. Habitualmente me reúno con otros directivos y siempre me dicen que les gustaría implantar el modelo de Infojobs, pero no saben cómo. Siempre les digo que requiere involucrarse. ¿Cómo puedes ser apasionado en tu trabajo si no lo haces tuyo? El problema es estamos en un punto de contradicción entre lo que piden y lo que ofrecen las empresas.

Con esos puntos de partida, ¿qué debe tener de coach un directivo hoy por hoy para poder implantar ese modelo?

Hay que tener mucho de coach, y también tener claro que el directivo está sólo para marcar la dirección, y debe contar con la primera línea. Un directivo siempre debe tener claro que está para servir a su equipo y a todas las personas. Por ejemplo, nosotros, en Infojobs, no tenemos despachos y las mesas son iguales para todos.

¿Qué factores hay que tener en cuenta a la hora de enfrentarse a la búsqueda de un trabajo?

Hoy buscar empleo ya es un trabajo en sí, y hay que dedicarle tiempo, porque las empresas lo perciben. No tiene sentido presentarte a 500 ofertas porque es muy probable que en 499 casos te digan que no, y la carga negativa es tremenda. A partir de ahí, a nivel profesional, hay que saber cómo presentarte y cómo presentar el currículum. A nivel personal, es necesario conocer las fortalezas y debilidades, cómo demostrar la valía, como relajarse... Hay personas que están muy capacitadas y que, cuando llega el momento de la verdad, no son capaces de demostrarlo porque están nerviosos. Por eso es importante acceder a herramientas que permitan conocerse mejor a uno mismo.

¿Y cuáles son los errores más frecuentes que solemos cometer?

El error más frecuente es apuntarse a cualquier oferta por si me toca. Esto en 2007 ó 2008, cuando aún había pleno empleo, funcionaba, porque había escasez de determinados perfiles. Hoy sucede todo lo contrario. Tenemos gente muy buena en el paro y, cuando piden un perfil determinado, las empresas saben muy bien lo que quieren. Tampoco somos cuidadosos con el currículum, no contamos experiencias y sólo hacemos una enumeración de los sitios en los que hemos trabajado sin más. También es muy importante una carta de presentación que hable de ti, de tus intereses y de cómo eres, y muchas veces no se hace. Finalmente, en muchas ocasiones ni siquiera averiguamos qué empleo hay detrás, qué pide esa empresa y qué vende, y eso demuestra cierto desinterés, y tampoco hay que adaptar el currículum a los puestos o, al final, te contratarán para algo que no es para ti y a medio plazo eso genera frustración.

¿Cuál sería la radiografía de una provincia como la de Alicante?

Uno de los rasgos que caracteriza al mapa laboral español es que Madrid y Barcelona tienen el monopolio, y las provincias están a años luz. Sin embargo, Alicante se sitúa en la parte media-alta de la tabla. Es una zona en la que realmente la evolución de los puestos de trabajo es más positiva que en otros puntos. Es una provincia con más oportunidades que otras, aunque no hay trabajo para todos. También se ve como un sitio fabuloso para vivir. Es una provincia que tiene un porcentaje bajo de personas que quieren moverse, y eso indica que la gente vive a gusto allí, aunque no haya trabajo. Sólo el 30% de los alicantinos cambiaría de residencia.