El Banco de Sabadell hizo el «negocio del siglo» quedándose con Caja Mediterráneo, la entidad que canalizaba el sector financiero en la provincia de Alicante y una de las más importantes de España. Un euro y un rescate de hasta 15.000 millones de inyección de dinero público, tal y como el Ministro de Economía, Luis de Guindos, ha repetido en varias ocasiones en el Congreso. Con esas condiciones, reconozco, igual yo mismo me hubiera planteado quedármela. El Sabadell era un banco catalán dedicado, preferentemente, a las empresas que ahora se ha encontrado con un volumen de negocio y de clientes -ciudadanos de la calle que tenían sus ahorros de toda la vida en la CAM- importantísimo gracias, en parte, a quedarse con la caja alicantina. Ahora aprovecha ese crecimiento para lanzar una oferta de 2.400 millones sobre el sexto banco británico. Estaría bien que todo ese plan de expansión que el Sabadell pone en marcha y las «facilidades» que tuvo para quedarse en su día con la CAM se tradujeran en una mayor implicación en la sociedad alicantina. Atender las peticiones de crédito de nuestros empresarios y emprendedores, recuperar la obra social y cultural al nivel que tenía la CAM -muchos municipios alicantinos sólo tenían actividades gracias a la acción que, en su día, desplegaba la caja- y que, al final, los ciudadanos de esta provincia reconozcan el banco como suyo hasta el punto, como ocurría con Caja Mediterráneo, de que una de las primeras cosas que se hacían al nacer un niño en una familia era abrirle una cartilla de ahorro en la entidad. Ese es el reto del Sabadell. Y viendo lo bien que le van las cosas a la entidad comprando bancos en Inglaterra, entiendo que no deberían tener ningún problema en asumirlo. En sus manos está.