¿Qué posibilidades hay de que una madre y su hijo se caigan en distintas tiendas del mismo centro comercial, el mismo día y con pocos minutos de diferencia y encima sufran idénticas lesiones? Pues ninguna. Tal y como averiguaron los detectives de la aseguradora de ambos establecimientos, que era la misma compañía por desgracia para los aspirantes a defraudadores, que ignoraban ese detalle.

Éste es sólo uno de los más de 150.000 intentos de fraude que el año pasado detectaron las compañías y que recopila en un informe Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras (ICEA), una entidad que ejerce de servicio de estudios para la patronal del ramo -Unespa- y que cada año organiza un concurso para destacar los casos más llamativos.

Y es que la imaginación de algunas personas para intentar cobrar una indemnización indebida no tiene límites, como en el caso descubierto por Fiatc, que demostró que una persona supuestamente fallecida en un hotel de Paraguay, no había puesto un pie jamás en ese país. La familia de la fallecida presentó la documentación necesaria para cobrar la indemnización que resultó ser falsa y según la cual esta persona había muerto tras una caída en un hotel de Paraguay en el que nunca había estado, según el (falso) informe de la embajada argentina en el país y de un hospital.

Provocó su accidente

Otro caso curioso es el de una mujer que demandó a un centro comercial por una lesión en la rodilla, que se produjo al resbalar en un charco de agua que ella misma había derramado poco antes de la caída, como demostraron las cámaras de seguridad. Tampoco tuvo suerte un hombre que intentó perjudicar a un vecino con el que estaba enemistado fingiendo que éste le había atropellado y causado lesiones. Para ello, robó la documentación del vehículo de su vecino, al enterarse de que estaba en reparación en un taller cercano, con lo que consiguió los datos necesarios para rellenar el parte de lesiones, aunque olvidó un pequeño detalle: no era muy creíble que el taxi que supuestamente le llevó al hospital tras el atropello le costara 3.600 euros, según una factura que presentó.

Un ladrón escalador

Tampoco creyó la aseguradora la historia contada por una pareja, que afirmaba haber sido víctima del robo de una bicicleta que guardaban en el balcón de su casa, estando ellos en el domicilio, situado en un tercer piso. En este caso, el ladrón tendría que haber escalado la fachada sin hacer ruido, cometer el robo y marcharse por donde había venido sin que le oyeran... Ni Spiderman.

Otro caso: ¿puede levitar una caja fuerte que pesa 300 kilos? Y si no puede, ¿cómo es que después de haber sido robada en una tienda no se encuentran huellas de arrastre, ni desperfectos de ningún tipo en el establecimiento? Pues eso, que tampoco coló.