­Pan para hoy y paro para mañana. La temporada alta saca de las listas del desempleo a miles de personas en la segunda provincia que más puestos de trabajo ha creado entre abril y junio, según la Encuesta de Población Activa, pero con la misma vehemencia los devolverá al punto de partida con la salida de los últimos turistas. El sector servicios y, en menor medida, la agricultura han generado 26.000 empleos nuevos en Alicante que, sin embargo, están sujetos a una fecha de caducidad en el 94% de los casos, como confirma CC OO en su valoración de la contratación registrada en el mes de julio. La mayoría de estos trabajadores sabe perfectamente que es agosto pero que se acerca el invierno: toca ahorrar y si es posible, cotizar.

Quique Ruiz Calpe / Instructor de Buceo / Temporada prorrogable / Más de 1.300 euros al mes / Julio-SemptiembreQuique Ruiz

Si es consciente de que es un ingeniero de Montes que se gana la vida en el fondo del mar, Quique no parece prestarle mucha atención a la paradoja. Para él, debe ser tan natural como aceptar el hecho de que no hay trabajo en su sector y que es hora de capitalizar sus 15 años de experiencia en el buceo, una afición que ha ido consolidando con varios títulos hasta sacar el de instructor en 2011. Hace dos veranos llegó a Calpe para probar suerte en la escuela Dive&Dive, centro con el que ya colabora todo el año pese a que la carga de trabajo más importante, y, por tanto, los mayores ingresos, llegan ahora en verano. «Las escuelas abren de marzo a octubre, pero cuando refuerzan la plantilla es entre julio y septiembre», explica este madrileño de 40 años. Su contrato de trabajo es un espejo del interés que despierta esta actividad: de duración determinada a tres meses con 40 horas a la semana. Breve pero intenso.

Como en todos los oficios, el salario depende de la experiencia y la preparación del trabajador. «Si a los títulos de instructor le sumas idiomas, puedes tener alguna posibilidad de vivir de esto todo el año, pero sólo en climas tropicales. Aquí no da para tanto, así que en invierno tienes que hacer otras cosas», explica. En Madrid alterna clases particulares con cursos en piscina para buceadores. Calpe se ha convertido para él en la mayor certidumbre laboral del año: «Gano unos 4.000 euros en la temporada y voy sumando horas a mi cotización, que espero poder completar para cobrar el paro», asegura por teléfono en una pausa.

Porque, según cuenta, las empresas de buceo se toman esta actividad de ocio muy en serio. «Por lo general, son todos muy legales; ten en cuenta que los instructores tenemos responsabilidad civil y que si hay un accidente las consecuencias pueden ser muy graves. Aún así, sí que conocemos algún caso cercano de gente que se la juega y hacen bautismos sin dar de alta al personal y cosas así», explica Quique mientras se prepara para coordinar una de estas primeras inmersiones con turistas.

Hay tantas botellas amarillas y tanta gente con neopreno en el puerto y las calas de Calpe que resulta fácil comprender por qué el propietario de la base y jefe de Quique ha añadido la palabra «prorrogable» a su contrato de trabajo. «Puede seguir habiendo demanda en octubre, pero como es imprevisible, la gente no se arriesga a contratar tantos meses», añade el ingeniero en paro y buzo circunstancial.

Elías El-YouacsyAlicante/ Hamaquero/ Temporal Jornada completa / 1.100-1.200 euros/ Junio-septiembreElías El-Youacsy

A Elías le está costando atender el móvil esta mañana. «La verdad es que este verano está yendo muy bien, viene más gente que el año pasado», asegura el joven alicantino una vez refugiado del sol y tras haber acomodado a un grupo de veraneantes bajo sus sombrillas. Lleva cuatro horas atendiendo las 150 hamacas de su sector-zona de playa cedida por el Ayuntamiento para explotar el alquiler de tumbonas-, y aún le quedan ocho más. Está empleado, literalmente, a jornada completa. «Es una paliza, pero es lo que hay», admite con buen ánimo. A sus 31 años, este estudiante de un módulo de electrónica industrial sabe que su empleo actual le va a quitar seis días de la semana y prácticamente todas las horas de sol del verano, pero lleva tres años prefiriendo las tumbonas a la hostelería. «En un chiringuito o en un bar haces las mismas horas y no siempre te las pagan todas. Aquí estoy dado de alta, tengo mi sueldo base y me llevo una comisión», explica.

Su ámbito de trabajo es la Playa de San Juan, donde su jefe tiene además varias concesiones de quioscos, patines y chiringuitos. «Vengo pronto, a las ocho de la mañana, y monto el sector que me toque. Después me encargo de cobrar las hamacas», apunta Elías. Las tarifas, pese a no ser excesivamente competitivas, están permitiendo hacer una buena caja: «Dos euros para la tarde y cuatro por la mañana o el día completo», comenta antes de volver a su puesto, donde le reconocen incluso un plus por ocupación de tumbonas.

Denis MingoGuardamar del Segura/ Socorrista / Fijo discontinuo/ 1.100 euros al mes/ Julio-agostoDenis Mingo

Aunque su perfil encaja más con el del socorrista de antes de la crisis -estudiante de veintipocos años-, Denis reconoce que cada año encuentra más compañeros «algo mayores y con titulación» recorriendo las playas de Guardamar del Segura. «Yo estudio y vivo von mi madre, así que no es el mismo caso. Ahora ves aparejadores, gente con Inef... Es la historia de siempre, personas que no encuentran otra cosa y se meten en esto», explica en relación a los compañeros que sí dependen de sus propios ingresos para vivir el resto del año. Es su quinta temporada como vigilante de playa y no tiene ninguna intención de dejar este trabajo fijo de duración mínima que cada verano le saca de sus estudios de técnico en coordinación de actividades físicas y deportivas y le traslada a un puesto de la Cruz Roja del litoral sur de la provincia.

Cinco días a la semana, 40 horas de trabajo y un sueldo de «unos 1.000 euros al mes» que le dan para «pagar la gasolina y ahorrar algo para el resto del año». A sus 20 años, las ideas de «trabajo» y «temporal» son una misma cosa: «Quiero estudiar bastantes años más y seguir en esto cada verano», resume el joven antes de incorporarse a su caseta de salvamento en la playa centro de Guardamar del Segura.

Pepi López

Monforte del Cid / Temporera / Eventual por circunstancias de la producción / 3.000 euros por temporada / Abril-agosto

A dos céntimos por bolsa, cerca de tres si el racimo «es muy delicado», salen «unos 72 euros por jornada». Pepi, de 42 años, lleva 26 haciendo este cálculo cuando llega julio, mes en el que arranca la temporada de embolsado de la uva del Vinalopó que reinará en todos los comedores cuando llegue la Navidad. Vecina de Monforte del Cid y jornalera desde los 16 años, no conoce un modo de vida que no esté condicionado por la temporalidad y la climatología. «En abril empiezan a brotar las viñas; en mayo limpiamos las hojas, en julio y agosto embolsamos y a partir de septiembre cortamos los racimos para llevarlos al almacén», ilustra esta trabajadora del campo que firma «unos cinco contratos» cada año entre los meses de mayo y septiembre con distintos empresarios. Faenas de sol a sol -con almuerzo y siesta para evitar el cénit de calor- que se cobran bien por horas o bien en función de la productividad -«un millar de bolsas, 25 euros»-. «Cuando te pagan por jornadas, te dan de alta por ocho, quince días... Depende del trabajo que haya. Eventual por circunstancias de la producción, creo que se llama», explica la jornalera desde su casa en la localidad del Medio Vinalopó.

También dependen de las circunstancias los salarios: al inicio de temporada, los propietarios de las fincas y los sindicatos agrarios se reúnen para discutir el precio del jornal que, en función del estado de las cosechas y los precios de venta, establecen la remuneración de los empleados. Este año, cuenta, «han pagado entre 36 y 40 euros por jornada de siete de la mañana a dos de la tarde».

Pepi está a medio camino de los temporeros fijos discontinuos, una figura que es más propia «de las fincas grandes» y que disfruta de «la seguridad de volver al año siguiente», y el escalafón de los jornaleros sin contrato. «Yo no tengo mucho cotizado, porque aunque el campo ha cambiado, no hace tanto de la época en que terminabas de trabajar, te daban el sobre con tu dinero y te ibas a casa sin más», recuerda esta «experta en la recogida de uva» y en los mecanismos que la mueven. «La última temporada es el envasado, que dura dos meses más o menos y termina en enero. A partir de ahí, me voy a casa a no gastar mucho hasta que llegue la hora de salir a la calle a preguntar quién está buscando cuadrillas». Entonces será de nuevo abril y, por tanto, tiempo de volver al trabajo.

Susana MasElche / EMPLEADA DE BURGUER KING / Temporal Media jornada6,70 euros/horaMayo-septiembreSusana Mas

«En el Burger King de El Altet pagan un poco más por hora que en los otros», descubre Susana al ser preguntada por la remuneración que le mantiene desde hace un año trabajando de forma intermitente en este establecimiento de comida rápida. Quizá sea por los idiomas, ya que «lo raro en el aeropuerto es atender a alguien en español», según cuenta esta joven ilicitana estudiante de Económicas, aunque enseguida corrige: «tampoco hay que tener el First para hablar el "inglés del Burger King": "hola", cobrar y, si acaso, "sal" y "vinagre"», ríe.

En la Seguridad Social consta como empleada por cuenta ajena con contrato temporal de cinco meses y jornada de cinco horas al día; un refuerzo de temporada de libro que se fraguó a través de «Infojobs», como cuenta la joven. Trabajar en un Burger King no era su plan ideal para cuando tuviera 21 años y estuviese en cuarto de carrera. «Intenté buscar prácticas de lo mío para aprender a la vez que ganaba algo, pero nada. Entré aquí para ahorrar y tener para algún viaje» apunta Susana en uno de los dos días libres que le garantiza la empresa.

En el imperio de la hamburguesa el reloj es quien manda. La remuneración está tan ajustada como los tiempos de descanso que se les permite a los empleados. Susana, con cinco horas, no se para más que «para ir al baño». «Si trabajas jornadas de seis, tienes diez minutos de descanso. Y con ocho, ya te dan media hora para comer», explica.

Para ella es un trabajo temporal de verdad, no un empleo «estable» que en lugar de reanudarse cada lunes lo hace cada seis meses. ¿La prueba? En septiembre se va de Erasmus.

Begoña MonchoCamarera de hotel/ Temporal. Jornada completa/ 930 euros al mes/ Febrero-octubreBegoña Moncho

Con diez años en el oficio, ya puede hablar del antes y el ahora de la profesión de camarero de hotel. Marcada siempre por la estacionalidad, lo que ya no es igual son los añadidos al contrato: Begoña viene de los tiempos en que las horas extra se cobraban -ahora se restan-, de cuando las propinas sabían como un tercio del salario y de la época en que los hoteles se encargaban de la comida de sus empleados. «Eso ya no es así. Ahora te traes un tupper», comenta.Residente en Dolores y con 30 años de edad, su economía doméstica se ha adaptado al medio en el que vive. El verano es para trabajar, el inicio del otoño para «tener nuestro agosto en el veranillo de San Miguel» y el resto del año para contraer el gasto -cuando trabaja ahorra entre 50 y 100 euros al mes- y formarse. «Este año he tenido suerte porque me han cogido desde febrero a octubre en lugar de sólo para julio y agosto. Después de las vacaciones seguiré formándome en lo que estudié, técnico de educación infantil, y en informática e idiomas. Siempre sale alguna boda o evento y te cogen por horas, así que en invierno también aporto aunque sean unas horas a la Seguridad Social», apunta Begoña.

Confiesa estar «encantada» en el Hotel Maya de Alicante tras haberse pasado seis meses en el paro «voluntariamente» -«me fui de un hotel donde no pagaban»-, pero no es trabajadora temporal «por gusto»: «Quiero ser madre, pero nadie se arriesga a serlo sin tener derechos laborales, así que tendré que esperar a que haya una plaza fija».