­Cuando la escasez de crédito que lamentan los empresarios se materializa en una gráfica descendente y sostenida en el tiempo cabe considerar otras opciones para obtener liquidez o equilibrar balances. Y si las estadísticas del Banco de España certifican una caída en mayo de los créditos a empresas del 7% anual que suma un desplome del 29% con respecto al máximo de 2009, en Alicante, con más de 100.000 empresas y un crecimiento de las exportaciones del 14% sigue habiendo una actividad económica necesitada de apoyo. No en vano, representa la mayor pujanza exportadora de una comunidad en la que Dirección Territorial de Comercio localiza el 10% del total de venta exterior del país. Por esta razón, las asociaciones empresariales de la provincia estudian las alternativas de financiación que buscan nicho en regiones y países con restricciones crediticias.

Aztec Money, una plataforma que es expande por los países del Sur de Europa y que subasta facturas y otros documentos de crédito entre fondos de inversión; o We Exchange, un proyecto que promueve el trueque de bienes y servicios mediante un sistema de moneda electrónica, son algunos ejemplos de alternativas a la financiación tradicional de bancos, cajas y cooperativas de crédito que han contactado con asociaciones de empresarios alicantinas para captar nuevos clientes.

Facturas a subasta

Francisco Martínez, responsable de Aztec Money en el país, visitó Alicante la semana pasada para abrir veta. «Representamos una alternativa a las empresas para acceder a un mercado de capitales al que no han tenido acceso», explica el delegado en España de esta empresa, quien defiende la rapidez y facilidad de acceso de «cualquier pyme» a un mercado «muy líquido» capaz de comprar en menos de 10 días cuentas por cobrar desde 37.000 euros. A cambio de una quita, que incluye el beneficio del comprador y el gestor de la subasta, el sistema de Aztec permite al cedente de facturas u otro tipo de documentos de cobro -«una subvención de la Generalitat también podría subastarse, siempre que esté correctamente documentada y asumiendo que el inversor espera una rentabilidad alta de una deuda así», explica Martínez-, el empresario puede deshacerse de «facturas a cobrar a tres meses» y obtener la liquidez que necesita en 10 días.

El precio de salida lo marca el cedente, de manera que «en una factura de 100.000 euros puede determinar un mínimo de, por ejemplo, 95.000 para que empiece la puja al alza», explica Martínez. La empresa gestora de la subasta analiza cada nuevo «ítem» y, una vez verificado, sólo cobra por cada adjudicación.

Es un «sistema análogo al factoring», como explica el delegado, pero con diferencias sensibles: «Ellos se fijan en el nivel de riesgo de quien cede la factura, mientras que a los fondos de inversión les interesa sólo la posibilidad de pago que tiene el deudor», apunta. Una deuda de Mercadona o El Corte Inglés con un proveedor que se dé de alta en el sistema Aztec tendrá compradores «con toda seguridad», apunta Martínez.

«Muchas empresas que están creciendo y tienen nuevos pedidos van al banco y se encuentran no sólo con que no les aumentan la línea´ñinea de circulante, sino que se la reducen: Es un problema muy real y es sangrante que empresas solventes se encuentren con menos crédito», apunta el responsable de Aztec Money. Está presente en 11 países y concentrado en zonas como Grecia, Italia, Portugal y desde hace dos meses en España.

Reinventar el trueque

We Exchange adapta el «barter» o trueque a una plataforma digital en la que pymes, autónomos y, en un futuro, particulares, pueden intercambiar bienes y servicios. «Solucionamos uno de los problema principales del trueque; la equivalencia de los bienes intercambiados, con una moneda virtual equivalente a un euro», explica Máximo Núñez, creador de esta plataforma que ya mueve 450.000 euros en su moneda virtual, el «we».

En We Exchange, un fabricante de calzado vende un par de zapatos por 50 «wes» a un distribuidor de productos de limpieza industrial. Esos ingresos los puede invertir en «comprar» los servicios de un fontanero por cuenta propia, que a su vez podrá utilizar su cuenta en moneda virtual para adquirir otros productos. «El circuito es necesariamente multilateral y somos proactivos en la búsqueda de clientes y servicios» para que el intercambio fluya, apunta Núñez.

Esta versión actualizada del circuito suizo de divisa complementaria WIR Bank o la tarjeta de trueque australiana bartercard está «permitiendo» a empresas de España, Portugal e Italia esquivar la asfixia crediticia y «mantener la liquidez», como apunta el creador de la plataforma.

Los business angel o inversores ángel son empresarios particulares que si bien no rescatan negocios consolidados en apuros, sí que echan el resto -entre 25.000 y 200.000 euros de capital propio- para ayudar a nacer a empresas con más futuro que presente. Javier Megías, business angel y socio de CVBan -asociación autonómica de inversores ángel- explica que su trabajo consiste en inyectar capital «en empresas que no han llegado ni siquiera al mercado y cuyas expectativas «de retorno» son casi tan amplias como el riesgo que se asume.

Así, este «padrino» no transfiere el dinero y espera resultados, sino que «se arremanga» y pone su dinero, su know-how y su red de contactos al servicio de los emprendedores. «El santo grial de estos inversores es la escalabilidad: no vamos a entrar en una pescadería, pero quizá sí en una franquicia de pescado que multiplique exponencialmente el retorno».

Especulación «bien entendida» y una querencia «por las nuevas tecnologías» son características de este tipo de financieros que «cada vez más miramos para Alicante; la provincia está actualmente bullendo de emprendimiento», apunta Megías.