El ingeniero alicantino Andrés Torrubia todavía recuerda el disgusto que le dio a su padre cuando le dijo que abandonaba su empleo en el Centro Europeo de Investigación Nuclear en Suiza -donde se ubica el famoso acelerador de partículas que intenta desentrañar el origen del Universo- para crear su propia empresa junto a su primo Álex. Les costó muchos sacrificios y siete años de trabajo pero al final consiguieron convertir a Trymedia, como denominaron a la firma, en uno de los referentes en la protección y distribución de videojuegos por Internet hasta el punto de que en 2005 la acabaron vendiendo por 34 millones de dólares (unos 26 millones de euros).

Pero, de nuevo, lejos de dormirse en los laureles y de vivir de las rentas -asegura además que la mayoría del dinero fue para los inversores que pusieron dinero en la firma en los sucesivos años-, Torrubia lleva desde 2009 levantando un nuevo proyecto, Fixr.com, una web para la búsqueda de servicios profesionales (desde fontaneros o electricistas hasta asesores) que ya ha lanzado en Estados Unidos, la India y, desde el pasado trimestre, también en España. Su objetivo es seguir expandiéndose y tiene el punto de mira en Brasil e Italia porque, como defiende, "si de verdad quieres tener éxito en Internet tienes que pensar en los grandes mercados, no te puedes conformar con el ámbito nacional".

Sin miedo al fracaso

Frente a quienes opinan que los mayores negocios de la Red ya están copados, Torrubia asegura que el ciberespacio "continúa cambiando nuestras vidas y aún está todo por inventar, aunque no lo parezca". Recuerda, a modo de ejemplo, que Facebook no existía hace apenas siete años y que "todo es susceptible de mejorar".

Eso sí, "el que de verdad quiera emprender y crear una empresa en Internet debe perder el miedo al fracaso", asegura el alicantino, que recuerda que en Estados Unidos es habitual que la gente incluya en el currículum los negocios fallidos que ha intentado poner en marcha como muestra de su capacidad de iniciativa. La perseverancia también es clave, "y un poco de ingenuidad", añade. Su propia historia es todo un ejemplo.

Andrés Torrubia se licenció en Ingeniería de Telecomunicaciones con apenas 22 años. Sólo una semana después de leer el proyecto de fin de carrera -que finiquitó en un verano- ya estaba trabajando en el citado Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en inglés). "Es el paraíso de cualquier físico. Puedes estar comiendo con un Premio Nobel al lado casi sin saberlo", recuerda de aquella etapa.

Pero la verdadera vocación de Torrubia siempre había sido la criptografía (el cifrado de datos) aplicada a la informática. Así fue como se marchó a Estados Unidos a un congreso sobre la materia y decidió pasar una semana en casa de su primo, que vivía en Nueva York. "Me convenció de que podíamos crear una compañía y rentabilizarla. Desde allí mismo envié la renuncia al CERN y llamé a mi padre para pedirle dinero", relata, ahora, entre risas. Su tío también contribuyó.

Era 1999 y la fiebre de las "punto.com" estaba en su momento álgido. "Había mucha gente dispuesta a invertir sobre simples expectativas. Parecía que todo iba a ser muy rápido, que todo se iba a vender por Internet, que en un año iban a desaparecer los CD", señala. Gracias a esto consiguieron los primeros inversores y pudieron desarrollar su tecnología -el propio Andrés Torrubia tiene cuatro patentes registradas- para proteger los videojuegos que se distribuían por la Red de ser pirateados. Andrés trabajaba desde Alicante mientras que su primo Alex se encargaba del desarrollo comercial en Nueva York.

Fue cuando decidieron trasladar la sede americana a California y "nos dio la borrachera. Pensamos que podíamos aplicar el software también a la protección de vídeos, de música, de imágenes...", explica el emprendedor. Hubo reuniones con discográficas y todo parecía ir sobre ruedas. Consiguieron nuevos inversores. Convencieron a uno de los "midas" del sector, Ram Shriram, uno de los primeros que apostó por Google, para que les financiara; y también al fondo de inversión de los profesores de la Universidad de Stanford. Pero entonces estalló la burbuja de las "punto.com" y luego llegaron los atentados del 11 de septiembre. Todo se deshinchó.

El estallido de la burbuja

Pudo ser el fin pero los dos primos decidieron centrar de nuevo el negocio en los videojuegos. Esta vez no sólo los protegerían, sino que también actuarían como plataforma de distribución. "Les decíamos a los creadores: danos el juego, no te cobramos nada, y nosotros lo vendemos", explica el empresario. Con el nuevo modelo de negocio y la ayuda del fondo de inversión de Intel, la empresa despegó.

Se convirtieron en los responsables de toda la plataforma de juegos de Yahoo y también cerraron acuerdos con importantes firmas del ramo, como Electronic Arts (EA). Su éxito llamó la atención de otras firmas del sector y "de repente, sin mover un dedo, teníamos tres ofertas de compra sobre la mesa". Tras duras negociaciones acabaron vendiendo Trymedia a la multinacional Macrovision por los citados 34 millones de dólares en 2005. Tanto Andrés como Álex Torrubia siguieron unos años ligados a la firma hasta que decidieron marcharse para emprender nuevos proyectos. "No es lo mismo trabajar en tu propia compañía que hacerlo dentro de una multinacional", explica el empresario.

Por eso, tras un periodo sabático, Andrés Torrubia decidió poner en marcha otra "start up" esta vez junto con el responsable del lanzamiento internacional de Infojobs, Arvin Abarca. En vez de empezar por España, decidieron hacerlo en Estados Unidos "donde realmente está el negocio". La idea es sencilla: se trata de una web donde cualquier persona puede poner lo que necesita (reformar un baño, cambiar la instalación eléctrica) y las empresas dadas de alta le remitirán sus presupuestos para que pueda elegir.

"En este tipo de servicios todavía funciona mucho el boca a boca, la recomendación, pero cada vez son más los que recurren a Internet", defiende, convencido de su éxito. De momento, asegura, la firma está "a punto de ser rentable", lo que no es poco en medio de la actual crisis.