El director del IVIE cree que China mantendrá su capacidad de ahorro y augura mayores migraciones, no solo en el gigante asiático, sino en todo el mundo.

China es ya la segunda potencia económica del mundo. ¿Comparte los pronósticos de que en 2016 superará a Estados Unidos?

Si se mantienen las tendencias actuales, eso es lo que pasará. Es lo que dicen las proyecciones. El interrogante es si con esa velocidad de crecimiento pueden estar incubándose desequilibrios que en algún momento afecten a su ritmo de expansión.

¿Qué consecuencias puede tener ese salto para una economía como la española?

Dos. La primera es que China crece porque se ha convertido en una potencia manufacturera con una enorme capacidad de competir en los mercados mundiales y esto nos afecta negativamente porque es un competidor nuestro. Al mismo tiempo, el mercado interno, por su ritmo de crecimiento y su tamaño, se ha convertido en uno de los más importantes del mundo, en el que se puede vender y que crece mucho y, por tanto, es una oportunidad.

Los chinos se han convertido en los grandes ahorradores del mundo y, en consecuencia, en los mayores tenedores de deuda. ¿Prevé que se mantenga esa tendencia?

Sí, porque detrás de las elevadísimas tasas de ahorro chinas hay una sociedad que progresa pero que no tiene coberturas sociales como las nuestras y, por tanto, necesitará que su ahorro privado sea mucho mayor que el nuestro para cubrir necesidades como la educación, la sanidad y la vejez; y, en segundo lugar, porque su enorme superávit comercial lo convierte en un país que capta recursos que puede invertir fuera.

Los chinos pueden ser potenciales inversores en el proceso de reestructuración de las cajas. ¿Es peligrosa tanta dependencia de ese país? ¿Sería bueno para las cajas?

La dependencia de la financiación exterior ahora comprobamos que tiene sus riesgos pero también sus ventajas, porque es lo que nos permite financiar la inversión cuando nosotros no somos capaces de financiar nuestro ritmo inversor solo con nuestro ahorro. Lo que es importante es ser conscientes de los riesgos, como, por ejemplo, que si nos retiran el dinero los que nos financiaban hasta ahora nos obligarían a sustituir las fuentes de financiación por nuestro ahorro, que es en lo que estamos. En el caso de China, su presencia como financiador de los países avanzados empieza a tener una trayectoria larga e importante. Es interesante que se dirija a nuestro país. Otra cosa es valorar en cada caso concreto los riesgos derivados del tipo de control que una institución o un fondo de inversión chinos vaya a tener. Ese sería el análisis respecto a las cajas. En principio, contar con recursos es positivo, pero luego habrá que ver las condiciones.

¿La mayor prosperidad china puede poner freno a la llegada de inmigrantes de esa nacionalidad?

No a corto plazo, porque en las zonas muy atrasadas que sigue habiendo en el interior de China se estima que viven 700 millones de personas que constituyen un enorme ejercito de reserva laboral y que, conforme vayan identificando oportunidades en su propio país o en el mundo, se irán desplazando, porque además la modernización del campo va a ir reduciendo las necesidades de trabajadores agrícolas. En la medida que aumenta la movilidad -también los estudiantes- las migraciones tenderán a hacerse más importantes, no solo en China sino en todo el mundo.

Muchos trabajadores chinos en España se convierten en autónomos en cuanto ahorran lo suficiente. ¿Cómo explica ese comportamiento?

No lo conozco en detalle, pero supongo que responde a una cultura de ser más emprendedores y de tener su propio negocio. Pero podríamos apuntar que en España también hay ciudadanos del país que en este momento de crisis se convierten en autónomos, precisamente para buscar una salida a la situación laboral, y asumen sus propios riesgos.

Los trabajadores chinos suelen completar jornadas maratonianas por un sueldo inferior al que cobraría un ciudadano español. ¿Tiene ese abuso algún efecto de contagio en el empleo?

Hay un efecto de incremento de la oferta de trabajadores dispuestos a aceptar condiciones muy inferiores a las que se aceptaban hace pocos años.

Los chinos en España se mueven cómodamente en el terreno de la economía sumergida. Se trata de productos muy baratos que en unas circunstancias como las actuales benefician a las personas más afectadas por la crisis. ¿Es ventajoso luchar contra ese fraude?

Hay que luchar contra ese fraude, desde el punto de vista de trabajadores, empresas y país porque es competencia desleal entre empleados y empresas y, aunque sea comprensible que un trabajador aproveche esas oportunidades si le permite sobrevivir, a medio plazo es muy negativo porque significa aceptar que jugamos con dos tipos de reglas: la economía que cumple y paga sus impuestos y otra que no cumple esas reglas que nos hemos dado a través de procesos legítimos de carácter democrático.