Al conocido actor y productor John Malkovich le bastó un instante para dilapidar los abultados ahorros de una vida entera de éxitos en la gran pantalla. Su reciente confesión como otro de los grandes damnificados de la mayor estafa de la historia reciente es de esas frases que probablemente quedarán para la posteridad. "Yo era rico. Hasta que regalé toda la fortuna que había acumulado en 30 años a Bernie Madoff", admite. El ex inversor de Wall Street hizo llorar a los adinerados de medio mundo y puso su grano de arena para que el otro medio viva hoy una profundísima crisis económica. En medio de discusiones sobre reformas laborales, productividad, reorganización bancaria o dietas estrictas en las administraciones, allí en los EE UU y aquí en Europa se abrió el debate sobre las sombras del capitalismo, el papel de los reguladores y la protección del consumidor. Los gobiernos se han empapado de la fiebre por educar a los mercados.

Finanzas y ética, ¿una utopía? Borja Durán, fundador de una de las empresas de asesoramiento más conocidas en España, Wealth Solutions, se ríe. "Pretender que el sector financiero sea el más ético de todos, choca, ¿no? En todas las actividades la normalidad es la ética, pero hay gente que la bordea", explica. Por eso piensa que la culpabilización del colectivo es "una exageración". Eso sí, con la peculiaridad, como él mismo reconoce, de que en esta profesión basta con pulsar "una sola tecla" para mover "muchos miles de millones y trasladar sus consecuencias al resto de la economía".

"A las hipotecas subprime se les ha sacado mucha punta pese a que su tamaño tanto frente a la renta fija como variable es muy pequeño -continúa-. Otra cosa es el impacto. Una industria tiene un apalancamiento de una, o como mucho dos veces, mientras que un banco, por ejemplo, de inicio tiene doce veces y media". En el caso de los bancos de inversión, centrados en los mercados de capital, la ratio puede llegar a las 30 o 40 veces. "Cualquier mínimo error de cálculo hace estallar la entidad por los aires", ilustra.

Precisamente para que los errores de cálculo sean la excepción, y sobre todo lejos de cualquier intencionalidad posible, hace ya medio siglo que en EE UU los asesores financieros comenzaron a agruparse. De ahí nacen los orígenes del CFA Institute que conocemos hoy, una de las organizaciones no gubernamentales de referencia internacional en la vigilancia de los principios éticos en los mercados. Borja Durán es el máximo responsable en España, la anfitriona este año en la reunión que cada ejercicio celebra el comité ejecutivo del CFA para analizar la situación económica, la profesión y marcar su estrategia. Es la segunda vez que el encuentro se celebra en Europa y la primera en nuestro país, en Barcelona, ayer y hoy.

¿Protección o sobrerregulación?

"La organización quiere trasladar el mensaje de que no es sólo americana y la importancia que cada vez más tiene Europa, sobre todo por regulación", cuenta Durán. De ahí también la oficina que el CFA acaba de abrir en Bruselas -además de otra en Hong Kong para el pujante mercado del Pacífico-, epicentro de la labor de lobby que el instituto, con más de 100.000 socios, lleva a cabo cuando se plantea una nueva regulación para el sector. "Cada vez que ocurre esto realizamos una encuesta entre todos nuestros socios de la zona afectada para emitir nuestro parecer sobre la ley o la directiva en cuestión y argumentarlo. La credibilidad cuando vas de la mano de 15.000 profesionales es mayor que de forma individual", asegura.

Una tarea nada sencilla ante la filosofía que inspira la organización. Que la sobrerregulación es muy, muy peligrosa. "Tenemos un ejemplo con la prohibición de las posiciones cortas. Personalmente, estoy en contra. Dan liquidez al mercado y más oportunidades para los inversores -justifica Borja Durán-. Uno no le puede poner puertas al campo, porque se desvirtúa el mercado". ¿Y dónde está la línea que separa la protección de la sobrerregulación? "No es fácil definirla".

Por encima de todo ponen los asesores adscritos al CFA los intereses del cliente, su derecho a un asesor profesional y de rigor. "Es la prueba del algodón, la regla de oro", afirma Durán. La lección que deben aprender los que operan en los mercados. "Si tú mismo proteges al cliente, casi todos los problemas se acaban. La complicación es cuando "engañas" o tienes un conflicto con los bonus o de intereses propios, al final acabas perjudicándole". Del resto se encarga la transparencia. "Una industria en la que es fácil tener conflictos y no es siempre transparente -resume Durán- genera zonas grises y oscuras. Y a veces pagan los justos".