Los bancos y cajas de ahorros españoles mantuvieron durante el primer trimestre del año su política de cierre de sucursales para acabar con el exceso de capacidad instalada que adquirieron durante los años del auge económico. Desde enero cerraron otras 294 sucursales, de las que 198 correspondían a las cajas, las entidades que con más ahínco se dedicaron a extender sus redes persiguiendo el negocio del ladrillo. Por su parte, los bancos clausuraron 66 oficinas y las cooperativas sólo 3. Desde el tercer trimestre de 2008, cuando se alcanzó la máxima expansión de las redes, ya han desaparecido 1.983 sucursales.