El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguró ayer que el objetivo de la reforma laboral que se aprobará el próximo miércoles -tras el fracaso de la última reunión de casi 11 horas en la madrugada de ayer entre UGT, CC

OO y la patronal CEOE- es "reducir el esfuerzo y el coste del despido sin que los trabajadores pierdan derechos", así como hacer un cambio claro en la "flexibilidad interna de la empresa" en lo que afecta a "la jornada, a las condiciones de trabajo y a la regulación salarial en los convenios". Entre las propuestas del Ejecutivo figura el abaratamiento del despido con una indemnización de 33 días por año en el contrato de fomento del empleo estable.

En una comparecencia ante los medios tras reunirse con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, Zapatero aseguró que va a ser una reforma "sustancial" para el mercado laboral español y confió en que cuente con un "amplio respaldo" en el Parlamento.

En este sentido, insistió en que no es una reforma "para dos años, ni para seis u ocho años", sino "para mucho tiempo". "Queremos ir a un modelo en el que la contratación indefinida sea la norma que cada vez se imponga más en la nueva etapa frente a la contratación temporal", explicó.

Asimismo, confirmó que el Ejecutivo presentará hoy a los agentes sociales, después de que sindicatos y patronal no hayan conseguido llegar a un acuerdo sobre la reforma laboral, un documento que responde a lo que ya había adelantado el Ejecutivo. En él, según Zapatero, se aborda cómo crear más empleo y conseguir que éste sea más estable, especialmente ahora, cuando se espera que la recuperación económica produzca "una salida de la crisis progresiva".

Zapatero aseguró que el Gobierno "tiene las ideas muy claras" y que va a ejercer su responsabilidad "con el máximo diálogo entre las fuerzas políticas". Ante las críticas de que la reforma lleva esperando hasta dos años de diálogo, recalcó que "quizás lleva esperando dos décadas.

Por otro lado, el presidente del PP, Mariano Rajoy, expresó su disposición a hablar con Rodríguez Zapatero, sobre la reforma laboral y lamentó que el Ejecutivo socialista esté dando prioridad a otras fuerzas políticas más minoritarias como CiU, ERC o Coalición Canaria. A su entender, "estas cosas" si no se hablan "se resuelven mal".

El secretario general de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, resaltó que la reforma laboral que acometa ahora el Gobierno tras la ruptura del diálogo social debe "valer la pena" y no puede incluir "cualquier contenido", y si finalmente resulta ser una "buena" reforma, los nacionalistas la apoyarán y en caso contrario la rechazarán. El diputado de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, lamentó, por su parte, que "la voracidad sin límites" de la patronal y la "pasividad" del Gobierno no hayan permitido alcanzar un acuerdo sobre la reforma.

Tras el fracaso del diálogo social, el Gobierno intensificará en las próximas horas la negociación en el Parlamento para buscar apoyos a la reforma laboral que va a aprobar el próximo miércoles y que, mas adelante, necesitará el refrendo de las Cortes.