Ni una semana ha pasado desde que se hizo pública la firma como director deportivo del Hércules de Del Pozo, para que el segoviano se saque de la manga al nuevo entrenador. Sorprendiendo a propios y extraños ha confiado su proyecto al hasta hace pocos días técnico del Marbella, David Cubillo. Un técnico de currículum parecido al denostado Planagumà, que a punto estuvo de tocar el cielo para poco tiempo después bajar directamente a los infiernos. Joven como aquél y de experiencia en banquillos unicamente en la maldita segunda B como el catalán.

Una apuesta atrevida y valiente, en la que habrá que confiar por aquello del dogma de fe. Hay ocasiones en que las prisas no son malas consejeras como el refranero popular sentencia. Esta es una de ellas, pues en la fecha que estamos no hay que dejar para mañana lo que puedas hacer hoy. El mercado tiene sus limitaciones y los competidores son muchos, algunos con tanta o más trayectoria histórica que el propio Hércules, y bastantes más recursos.

Atrás quedan las candidaturas de Aira y Fernández que venían sonando como posibles candidatos al banquillo herculano, ambos de edad pareja y de pasado profesional semejante al finalmente contratado. Cubillo viene de un club que dio un apretón en la recta final del campeonato que le catapultó a la segunda posición a tan solo un punto del líder Cartagena cuando la competición se suspendió a causa de la maldita pandemia. Con nuevos inversores y consejeros, entre ellos un popular comentarista radiofónico que fuera director deportivo del la Roma, y la llegada de algún que otro jugador veterano como el ex-madridista Granero, Cubillo estuvo en un tris de hacer el milagro en Marbella. Es el elegido de Del Pozo y habrá que recibirlo con la esperanza de que lleva a buen puerto el proyecto del segoviano, aunque su experiencia en la división de bronce se remita al madrileño Puerta Bonita y los dos últimos años con el Marbella.

Ahora queda perfilar el equipo con las altas y bajas necesarias para dotarlo de equilibrio y categoría suficiente para aspirar a lo mejor, que no es otra cosa que el ascenso a segunda. Sin saber todavía equipos que le acompañaran y grupo, o subgrupo, en el que el Hércules quedará encuadrado esta temporada atípica de los 100, los fichajes quedan en manos de Del Pozo y su escogido entrenador. En sus manos encomendamos nuestras ilusiones. Los directivos, consejeros y asesores áulicos en el palco, a ver y callar. Los técnicos a trabajar conformando la plantilla con el presupuesto pactado y aprobado, y a optimizar al máximo recursos y resultados. Cada uno en su sitio y la afición en la grada, a aplaudir, ovacionar o pitar, reprochar, según sea el caso, en la fe de que a la séptima va la vencida retorciendo de nuevo el refranero popular.

Bienvenidos Del Pozo y Cubillo, los herculanos os saludan, bienvenidos al Rico Pérez, gracias por venir aquí, vuestro impulso nos hará seres creyentes, ayudadnos a conectar, ayudadnos a conseguir, hacen falta muchas manos, pero un solo corazón para celebrar el ascenso. Los viejos rockeros como el Hércules, nunca mueren.