Y se echaron a las calles. Miles de ciudadanos con la ansiedad propia de quien obligatoriamente lleva más de cuarenta días en su casa, o como mucho recorriendo el camino al trabajo de ida y vuelta, o ídem en el de los supermercados, farmacias o estancos, llenaron los espacios públicos para estirar las piernas y expulsar sus muermos.

Los más corriendo, otros paseando, y más de uno combinando la ecuación para poder disfrutar de más de la hora raquítica a la que tienen derecho los caminantes. Hacer deporte al aire libre, pues en casa con aparatos de todo tipo, de esos que se ven en los gimnasios, también era factible hacerlo, o incluso rememorar la desacreditada "gimnasia sueca" con sus tablas, que en historias de la radio despertaban a los fieles oyentes.

En esta zona privilegiada donde residimos hacer deporte al aire libre es una bendición. Corredores flanqueados por las playas y el Benacantil u otras montañas de fondo, corredores disputándose a sí mismos marcas y distancias, ciclistas serpenteando por los idílicos paisajes del interior de nuestra provincia.

Cuestas y descensos en una sucesión de esfuerzos y dejarse llevar que han recobrado miles de alicantinos tras casi cincuenta días confinados en sus domicilios.

Dicen que aparte de los individuales y los practicados por los profesionales que entran en el capítulo de deporte/espectáculo/negocio, el que parece más idóneo para comenzar su practica tras el confinamiento es el golf, que no precisa de contacto entre jugadores.

Todos tenemos amigos que cuando han entrado en edades cercanas a la jubilación, han optado por la práctica de este deporte que puede compararse en instalaciones sobrevenidas por su auge al deporte rey del balompié, y que además es reclamo turístico de primer orden para la industria que más impacto tiene en nuestro PIB.

Todo sea por el resurgimiento en tiempo y orden de nuestro turismo, nuestra hostelería, nuestra restauración aunque no sean del agrado de nuestra ínclita vicepresidenta Oltra, que de economía y deporte, lo mínimo. Cuando toque amigos del golf, ánimo y a jugar, que diría nuestro añorado Joaquín Prat.

Quemar grasas, liberar adrenalina, aplacar ansiedades, desterrar agobios, todo ello se puede conseguir con la practica del deporte. Por ahora correr, bicicleta y marcha, por cierto especialidad olímpica un tanto desprestigiada y que tantas alegrías nos ha dado en forma de preseas y excelentes clasificaciones.

Son esos deportes de los que nos acordamos solamente cada cuatro años en las citas olímpicas. El reverso de esta situación de desahogo ciudadano con el deporte, lo están exhibiendo algunos profesionales, excelentemente pagados, y asociaciones profesionales que no paran de poner pegas al regreso de su actividad, al regreso a su trabajo, exigiendo condiciones que para sí quisieran la mayoría de los trabajadores españoles.

Hacer deporte, sí con mayúsculas, pero exigible para quienes viven de él como espectáculo, que los demás consumiremos, antes en vivo y en directo, y hoy a través de las retransmisiones con campos vacíos. Todo llegará. Hasta puede que el Hércules compita algún día, en toda la extensión del verbo.