El deporte profesional, concentrado en los clubes de élite de fútbol y baloncesto, ha iniciado su vuelta a la normalidad tras el parón motivado por el coronavirus. Lo hace entre test masivos y unas condiciones sanitarias y de seguridad muy determinadas y que se pueden aplicar con la capacidad y estructura de cada club. Un aperturismo en el que el Gobierno incluye también, en toda su extensión, al deporte federado, que sin embargo se encuentra varado ante la falta de concreción de las instrucciones, la inseguridad para ejecutar las medidas sanitarias y la imposibilidad de traspasar los límites de cada municipio y acceder a las instalaciones deportivas públicas, en su gran mayoría cerradas. Una realidad que con la entrada en vigor de la fase 0 de la desescalada afecta a 58 federaciones que aglutinan más de 400.000 licencias.

El deporte valenciano federado lanza un SOS a través de Salvador Fabregat, presidente de la Federación Valenciana de Baloncesto y máximo responsable de Confedecom, la confederación que agrupa a 52 de las 58 federaciones cuya prioridad urgente, más allá de saber si podrán volver a competir, reside en trazar si se darán las condiciones para entrenar con normalidad: «Para el deporte no profesional no se ha resuelto nada», señala a INFORMACIÓN. Las instrucciones detalladas en el BOE son demasiado básicas para plasmarlas en la práctica en la gran variedad de disciplinas deportivas: «Sólo sabemos que se permite realizar ejercicio dos veces al día, algo que es difícil de controlar y para lo que no tenemos ningún carné. Estamos en una situación compleja y de bastante indefinición».

Los deportistas solo con licencia federativa no reúnen los mismos derechos que los pertenecientes a profesionales (primera y segunda división de fútbol y Liga ACB ), o de los DAN (deportistas de alto nivel), que pueden trabajar de modo individual sin límite de horario, dentro de toda la provincia, acompañados de un entrenador y con acceso libre a espacios naturales para el desarrollo de su actividad. Por contra, los federados mayores de 14 años fijan sus sesiones individuales en dos franjas horarias (de 6 a 10 horas, de 20 a 23 horas) y siempre dentro del municipio en el que residen. Con pocas instalaciones privadas, hay una gran gran dependencia del tejido de centros públicos, «en su gran mayoría están cerrados y a expensas de cada ayuntamiento. Por ejemplo, hay sitios donde están dejando hacer surf, otros en los que no. Todo viene generado porque no hay una instrucción clara. Somos comprensivos pero la situación es desbordante respecto a los conceptos genéricos que hay y a los específicos de lo que se puede hacer», apunta Fabregat.

De este modo, la gran mayoría de deportistas siguen corriendo por su cuenta o siguiendo los planes de entrenamiento marcados en la fase severa del confinamiento, pero sin retornar a la normalidad al estar cerradas las instalaciones o no gozar del nivel de seguridad sanitaria de las entidades privadas de élite. Por ejemplo, los clubes deportivos de tenis no pueden abrir hasta la Fase 1, con restricciones en vestuarios, gimnasios y duchas cerradas. Una tesitura idéntica a la de los clubes de atletismo. En otras disciplinas, como el rugby, las instalaciones municipales están cerradas y todas las ligas principales suspendidas.

Sobre esa base, y con la premisa prioritaria de la seguridad sanitaria, Fabregat describe que en las federaciones «estamos analizando desde hace dos semanas las características de cada deporte para marcar el regreso, con el cariño y la opinión de todas las federaciones, pero sin instrucciones estamos muy perdidos porque no sabemos si vamos por la línea adecuada». Sobre todo al tener en cuenta que la gran mayoría de los deportes «son de contacto o multitudinarios, como las carreras populares». Entre las escasas instrucciones, la limitación de desplazamiento es un gran hándicap: «El deportista que utiliza el agua tiene obligación de desplazarse y el ciclista depende de que su localidad tenga un término municipal grande. No puedes cargar la bicicleta e irte a un velódromo porque está cerrado y en otra localidad».

Por otro lado, los protocolos de desinfección «están pensados para una realidad de mucha élite, son muy difíciles de cumplir más allá de las ligas profesionales. Se debe asumir para que haya seguridad, pero es distinto si es viable asumirla», según Fabregat. En función de las condiciones en que se vayan a reanudar los campeonatos, si finalmente se da el paso, depende también el futuro económico de federaciones que han aguantado de momento el tirón en la etapa de confinamiento. Fabregat lanza un último mensaje de esperanza por la función social del deporte en la salida de la crisis: «Vamos a salir de esta, el deporte vencerá y debe ser un vehículo para que la sociedad gane en autoestima y salud en un periodo difícil».