La crisis del coronavirus no solo ha paralizado todas las competiciones, sino que también golpea con dureza a la industria deportiva con masivos expedientes de regulación de empleo temporal (ERTE) en los clubes y cierres de instalaciones. Uno de los sectores más castigados es el de los gimnasios, clausurados desde el primer momento y con mucha incertidumbre sobre su reapertura. En la provincia de Alicante han cerrado unos 200 y cerca de 3.000 empleados se han ido al paro, según cálculos de la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas (Fneid). Solo en el complejo Arena de Alicante, uno de los gimnasios de referencia de la Comunidad, las pérdidas se calculan en un millón y medio de euros para los próximos seis meses. «Es un año perdido y un palo muy duro; y con la duda de cómo reaccionará la gente cuando pase esta pesadilla», se lamenta su gerente Enrique Santos.

Al pertenecer al sector de la pública concurrencia, los gimnasios fueron de las primeras instalaciones en cerrar cuando el pasado día 14 se decretó el estado de alarma sanitaria en España. Algunos se anticiparon incluso a esa fecha. «Fuimos de los primeros en cerrar y seremos de los últimos en abrir», destaca Juan Carlos Gómez-Pantoja, miembro de la ejecutiva nacional de la patronal Fneid, que cifra en medio millar el número de gimnasios en la Comunidad Valenciana, con un promedio de una quincena de trabajadores por instalación entre monitores deportivos y personal de mantenimiento y administración.

La práctica totalidad de estos centros deportivos se acogerá a expedientes de regulación temporal. «Desde el momento del cierre nuestros ingresos se reducen a cero y prácticamente solo siguen trabajando a tiempo parcial una persona en administración y otra de limpieza», indica Gómez-Pantoja. En el caso del Arena Alicante, el expediente regulador afecta a 71 empleados del gimnasio y de otras actividades como nado libre, escuelas y cursillos. Y su merma de ingresos es de unos 50 euros al mes por cada uno de sus 5.000 socios.

El tiempo y el calendario también juegan en contra de los gimnasios. La patronal calcula que permanecerán cerrados los tres próximos meses, con lo que las reaperturas podrían plantearse para mediados de junio, justo a comienzos de verano, que es la temporada baja del sector. «El 80% de nuestras facturaciones se concentra de septiembre a junio, por lo que este escenario nos llevaría a una hipotética normalización a partir de octubre», puntualiza Santos.

Pero además del «mazazo» inmediato del cierre y sus efectos, los gimnasios se enfrentan a la incógnita de cómo reaccionarán sus usuarios cuando se supere la pandemia y a un posible cambio de los hábitos sociales de hacer deporte. «¿Se atreverán a compartir espacio físico y entrenamiento a la vez con decenas y cientos de personas?», se pregunta el gerente del Arena, donde han llegado a coincidir simultáneamente hasta 800 personas en su gimnasio.

«Cuando ya se había aceptado por todo el mundo el bien social que aporta el deporte para la salud física, mental y laboral», añade Santos, «llega de repente este guantazo que nadie se esperaba y nos destroza».

El desolador panorama de los gimnasios en Alicante es el mismo que en toda España. El gerente de la patronal, Alberto García, destaca que será «muy difícil» remontar esta «dramática» crisis para un gran número de empresarios, «que tienen que afrontar obligaciones de paro con los alquileres y mantenimiento de sus instalaciones, pero con sus ingresos reducidos a cero».

García lamenta el escaso respaldo de la Administración a su sector, «que es clave para el bienestar físico y emocional de la gente, y más ahora en estos tiempos de confinamiento, pero que apenas tiene acceso a ayudas públicas y ya en 2012 sufrimos una subida del IVA del 8% al 21%, sin que se haya producido ninguna rebaja, al contrario de lo que ha ocurrido en otras actividades de pública concurrencia».

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