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El campeón del mundo que juega con el Horadada en 3ª

El alicantino Abraham Sánchez conquista con España el Mundial para sordos en Suiza y compite en la Liga de oyentes

Abraham Sánchez, ayer con su medalla de campeón del mundo José Navarro

Abraham Sánchez Martínez (Alicante, 28-I-1984) no se cansa de competir: el fútbol sala es su pasión. Tanto, que acaba de proclamarse campeón del mundo con la selección española para sordos en Suiza, donde fue elegido en el quinteto ideal del torneo, al tiempo que compite en categoría nacional para oyentes en Tercera División con el Horadada, después de haber pasado por la élite en España con el Jumilla (Segunda y Segunda B) y en Transilvania (Rumanía), donde jugó en Primera con el San Jorge Sepsi y el Deva. Cumplidos los 35 años y padre de dos hijos, asegura que quiere seguir jugando mientras le aguanten sus maltrechas rodillas y compagina el fútbol sala con su otra pasión: los niños, para los que trabaja como monitor de comedor en el colegio Nuestra Señora del Carmen de Alicante.

El jugador alicantino, que empezó en el fútbol-11 antes de pasarse al fútbol sala, es sordo total de nacimiento del oído derecho y en los últimos años ha perdido mucha audición en el izquierdo, pero esta desventaja no le impidió destacar en el mundo del balompié con un físico liviano, pero fuerte y resistente: mide 1,69 y pesa 63 kilos. El cuidado de la alimentación es una de las claves de su permanente buen estado de forma, a pesar de que dos lesiones de rodilla le amargaron la existencia.

«Mientras me hacía audiometrías para saber el alcance de mi pérdida auditiva me enteré de que había un equipo nacional y clubes para sordos y pregunté a la Federación sobre la posibilidad de jugar con ellos», relata Abraham. «Al principio me costó porque me decían que tenía que hacerme pruebas y no se tomaban muy en serio mi interés porque yo procedía de la élite del fútbol sala nacional de oyentes».

Las dudas se esfumaron cuando la Federación Internacional dio el visto bueno a los resultados de sus audiometrías para que pudiera competir con la selección española para sordos. Y el debut del ala-cierre alicantino no pudo ser mejor el pasado 17 de noviembre en Suiza cuando fue pieza clave en el título de campeona del mundo de España por primera vez en su historia al superar en la final (4-5) a la selección anfitriona y ser elegido uno de los cinco mejores jugadores del torneo.

Admirador del brasileño Dani Alves en el fútbol grande y del valenciano Kike Boned en el pequeño, Abraham se pasó al fútbol sala para competir en serio en Segunda B en 2007 con el Sporting de San Vicente del Raspeig, desde donde dio el salto a División de Plata con el Jumilla. En el equipo murciano disfrutó de la gloria deportiva de dos títulos de Segunda B en el grupo sur y de la decepción de un descenso de la División de Plata por los problemas económicos del club murciano.

En 2012 la salud le jugó una mala pasada en forma de virus pulmonar y su trayectoria se truncó al verse obligado a dejar de jugar durante seis meses. Reapareció en el Xaloc Alacant hasta que recaló en el Aluprafe Orihuela de Segunda B en la temporada 2012-13, un curso antes de iniciar su aventura en Rumanía. El Sepsi Sf Gheorghe de Transilvania, de Primera División, fue su primer destino fuera de España.

«Fui un poco temeroso sobre lo que me iba a encontrar allí, en cuanto a la gente, la Liga y demás porque aquí tenemos una idea equivocada sobre los rumanos», reconoce. «Pero me sorprendió porque me trataron genial y me sentí mejor que en casa». Con el Sepsi llegó a la semifinal por el título de Liga y, contra pronóstico, alcanzó la final de la Copa. Su buen rendimiento le llevó a fichar por el Autobergamo Deva, campeón de Rumanía, y también de Transilvania, cerca de la frontera con Hungría.

Pero una lesión de rodilla acabó con su experiencia rumana y volvió al Xaloc y al Jumilla de Primera División varias temporadas hasta fichar por el Horadada FS de Tercera, con el que compite actualmente. Juega regularmente la competición de oyentes porque en España no hay Liga para sordos, salvo un campeonato nacional y otro de Andalucía, que se disputan tres veces al año en otros tantos fines de semana. Y desde mediados de noviembre está a disposición de la selección española para sordos. «De momento, y toco madera, no noto físicamente los 35 años», puntualiza Abraham. «Mis compañeros son mucho más jóvenes y no me pasan, estoy a la altura. Si mi rodilla aguanta, yo aguantaré».

Desde el año pasado, su pasión por el fútbol la comparte con su trabajo de monitor de comedor y actividades físico-deportivas en el Colegio Nuestra Señora del Carmen de Alicante: «Me encanta el fútbol sala y también los niños, me llevo muy bien con ellos, quizás porque tengo dos hijos y noto que tengo química con los pequeños».

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