Cuatro nadadores alicantinos han realizado por primera vez la travesía de aguas abiertas Alicante - Tabarca - Alicante. El desafío, de 42 kilómetros, lo han completado a favor de paciente oncológicos de AEAL y la nueva ruta ha sido bautizada con el nombre de ALTABAL. Nació como un reto deportivo de un grupo de nadadores de RC7 que consistía en nadar la distancia de ida y vuelta que hay entre la ciudad de Alicante y la isla de Tabarca. Es decir 42 km. NEl equipo que finalmente se lanzó al agua el 2 de noviembre de 2019 estaba formado por Salvador Ferrández, Salvador Martínez, Marcos Romano, Javier Varo y Alvaro Nevado.

La travesía se inició saliendo desde tierra en la playa del barrio de San Gabriel a las 05:21 horas para aprovechar al máximo las condiciones favorables, tanto meteorológicas como del estado de la mar que ofrece habitualmente esta zona de la costa. Apoyados en todo momento por tres embarcaciones rápidas dotadas con el material y el personal necesario para afrontar cualquier imprevisto, transcurrieron las primeras horas de la travesía en un mar favorable que poco a poco se fue complicando, debido a que hizo su aparición un viento del suroeste que provocaba un oleaje en contra, que por momentos dificultaba el avance hacia la Isla.

Particularmente crítico fue el paso del canal que separa el Cabo de Santa Pola de la isla de Tabarca, ya que la exposición al viento y el oleaje era máxima, sumándose a estas condiciones adversas la aparición de las temidas medusas "clavelitos" cuando ya estaba llegando el grupo a la pequeña playa que hay a los pies de la iglesia de San Pedro y San Pablo. Afortunadamente solo requirieron atención por picaduras dos de los cuatro miembros de RC7 que lograron completar esta primera parte del reto. El quinto participante decidió subirse a una embarcación dado que las condiciones reinantes le impedían seguir el ritmo previsto. Así pues, el trayecto de ida a la isla de Tabarca se completó en aproximadamente 8 horas.

Hay que señalar que la estrategia marcada por el equipo contemplaba la práctica totalidad de los escenarios que podían surgir durante la travesía, entre ellos los posibles abandonos que surgen en pruebas de este tipo y la reorganización de los grupos de nado en función de las condiciones físicas de cada nadador. Para controlar todos estos aspectos y actuar además como valedora de toda la prueba, se contó con Selina Moreno, la primera española en alcanzar el prestigioso título de la natación de aguas abierta Triple Corona.

Tras cumplir con la norma de salir a tierra y ante un grupo de seguidoras que esperaban a los nadadores, se inició el trayecto de regreso. El patrón responsable de navegación estableció una ruta que obligaba en esta ocasión a afrontar de costado el fuerte oleaje y los vientos de hasta 30 km/h, lo que sumado a una temperatura del agua de 20 grados y el cansancio acumulado, suponía unas condiciones de nado muy duras y, todo sea dicho, también de navegación para las embarcaciones, que con grandes dificultades seguían lo más cerca posible a los nadadores, para protegerlos frente a los imprevistos y también para avituallarlos con una periodicidad que había pasado de los 45 minutos del primer trayecto a los 30 minutos.

La caída de la noche alcanzó a todo el equipo a la altura de Arenales y nuevamente se tuvo que hacer uso de la iluminación individual, mediante dispositivos colocados en las gafas y colocando luces parpadeantes en el interior de la boya que llevaba cada nadador. Como es lógico, este último tramo resultó ser de una dureza extrema. El cansancio acumulado, los efectos del agua salada, los primeros síntomas de hipotermia y la

desorientación por la oscuridad, fueron factores que hicieron que todo el equipo de apoyo estuviera más pendiente si cabe de cualquier signo que pudiese poner en riesgo a los compañeros. Hay que remarcar que Salvador Ferrández realizó la travesía sin traje de neopreno y por ello se estuvo muy pendiente de la aparición de los temidos síntomas de hipotermia. Tras 15 horas y 41 minutos de travesía extenuante salieron a tierra en la Playa de San Gabriel y con la noche ya cerrada Javier Varó y Salvador Martínez, y una hora después lo hicieron Marcos Romano y Salvador Ferrández. Un buen número de familiares, amigos y compañeros de club se reunieron para recibir a los nadadores, que con las luces de sus móviles en movimiento, sirvieron para orientarles en los metros finales.