La puesta en escena de una nueva edición de la Liga de Campeones va a calibrar la estabilidad en las alturas del fútbol inglés, que el pasado año protagonizó un cambio de orden en el fútbol continental y apartó al español del absolutismo que había ejercido en el último lustro.

Un giro se produjo en la última edición. Inglaterra derribó el dominio de España en el torneo. Dos representantes de la Premier, el Liverpool y el Tottenham, jugaron por el título en el Wanda Metropolitano. El relevo había llegado.

En el lustro previo al nuevo emerger inglés el Real Madrid, el Barcelona y el Atlético de Madrid acaparaban los momentos estelares de la competición. El conjunto blanco, de hecho, alimentó notablemente su historial con cuatro de cinco títulos, dos de ellos con el Atlético como subcampeón. El Barcelona fue el otro que alcanzó el éxito.

El Liverpool salió vencedor de la final de Madrid para elevar a seis su número de coronas. Una menos que el Milan, del que hace tiempo no hay noticias en el torneo, y siete por debajo del Real Madrid, de largo el más laureado.

Mañana irrumpe en el calendario el gran objeto de deseo de los equipos del Viejo Continente. Todos parten desde cero. Y los candidatos, de entrada, son los mismos de cada ocasión. Los grandes colosos, con fuerte músculo económico, apuntalan cada año su grupo de futbolistas para culminar el año con este prestigioso trofeo.

Y el comienzo es de lo más estimulante. El campeón Liverpool visita mañana (21.00) al Nápoles, el Barcelona al Dortmund y el Valencia al Chelsea. Y el miércoles, PSG-Madrid y Atlético-Juventus.