El nuevo líder de la Vuelta a España lleva el ciclismo en la sangre. Nicolas, hijo de Stephen Roche, uno de los más destacados del deporte de las dos ruedas en la década de los 80. La leyenda del padre siempre le ha acompañado, aunque el vástago ha declarado una y otra vez que nunca le ha pesado el apellido. Casi al final de su carrera se puede decir que ha paseado con honra el legado.

Nicolas nació en julio de 1984 y, casualidad o no, provocó un cambio en los resultados de Stephen. Cinco días antes de ver llegar a su descendiente a este mundo, Roche había terminado su segundo Tour de Francia en una discreta 25ª posición de la clasificación general. El Tour de Romandía y una etapa de la París-Niza indicaban el excelente porvenir de un corredor que, con su hijo ya viéndole por primera vez dar pedaladas, hizo podio en el Tour de 1985, ganando la etapa con final en el Aubisque, cima mítica gala.

A partir de ahí los triunfos y notables resultados fueron cayendo como una catarata. Entre ellos, el mágico año 1987, en el que Stephen se adjudicó la triple corona: Tour de Francia, Giro de Italia y Campeonato del Mundo. Mientras el padre completaba su carrera, el hijo se interesaba más por el balón de fútbol que por las bicicletas, aunque al final el ADN le llevó por un camino que le ha permitido ser uno de los ciclistas más respetados del pelotón.

Poco a poco, Nicolas dejó de ser «el hijo de» para ser Roche, un corredor capaz de lucir en su palmarés dos triunfos de etapa en la Vuelta a España, conquistados en 2013 y 2015. La ronda hispana es su preferida, tras haber vivido durante muchos años en Madrid. En ella, de hecho, puede presumir de tener mejores números que su padre. Stephen sólo participó en una ocasión, finalizando 14º en 1992. Su hijo va ya por nueve ediciones y, además de las victorias parciales comentadas, acabó quinto y sexto en las generales de 2013 y 2010, respectivamente.

Segunda vez líder

Nicolas Roche no viste por primera vez el maillot rojo que identifica y premia al líder de la Vuelta. Ya lo lució en 2013, un día. Dani Moreno se lo arrebató en Valdepeñas. Ahora quiere llevarlo más tiempo.

«No lo cambio por el triunfo de etapa. Voy a disfrutarlo y a mantenerlo todo lo que pueda porque la última vez sólo fue un día y ahora quiero más», reconocía a TVE entre risas a la conclusión de la etapa de ayer en Calpe. «No lo tenía pensado hasta 20 kilómetros para el final. Sabía que era líder si ganaba la etapa, aunque Nairo Quintana se la ha llevado con una gran estrategia», agregó.

El caso de Nicolas no es el único dentro del mundo del ciclismo de un hijo que ha tenido que soportar el peso del apellido paterno. Axel Merckx, hijo del mítico Eddy, fue profesional entre 1993 y 2007, con una victoria de etapa en el Giro y un bronce olímpico como mejores resultados. Mathieu van der Poel es una de las mayores promesas del pelotón, con victorias de mérito este curso como la Amstel Gold Race. Su padre, Adrie, ganó varias clásicas y dos etapas en el Tour. Su abuelo, Raymond Poulidor, es uno de los ciclistas más queridos en Francia. Como ocurre con Roche, sagas de campeones.