«Cuando Raimundo Saporta me nombró entrenador del Real Madrid me fui a pasear al Retiro. Allí, frente al paseo de las Estatuas, me senté y me dije: 'Juro que si no triunfo, me suicido'». Y desde entonces, con esa autoamenaza Pedro Ferrándiz no paró de recopilar éxitos, trofeos y homenajes del mundo del baloncesto, sin distinción. «Aunque la verdad es que no sé si hubiese cumplido con mi palabra», bromeaba el técnico alicantino, el más laureado de la historia del Real Madrid y del baloncesto español.

Ayer, el foro deportivo «Campo a Campo» organizado por el diario INFORMACIÓN rindió tributo a su figura en l'Auditori de la Mediterrània de La Nucía.

Al acto, moderado por el periodista Toni Cabot, acudieron Emiliano Rodríguez, Juan Antonio Corbalán y Vicente Paniagua, tres de los muchos jugadores a los que Ferrándiz entrenó durante su rutilante carrera en el Real Madrid. El eje central de la celebración fue la proyección de un documental recopilatorio sobre la trayectoria del entrenador alicantino, que agradeció la presencia de Florentino Pérez, el presidente del club blanco: «Le tengo mucho afecto, ha aumentado en proporciones cósmicas las posibilidades del Real Madrid».

Ferrándiz fue un pionero del básket patrio, un adelantado a su tiempo que conoció el deporte de la canasta casi por casualidad. «Yo hacía mucho deporte de niño, pero no conocía el baloncesto, hasta que un día paseando por la Rambla me encontré con un campo en el que había un partido. Desde aquel momento me dediqué única y exclusivamente a él», reveló ayer el alicantino, nacido en 1928.

Aquel chico que se quedó prendado del baloncesto se convertiría, con el paso de los años, en un mito viviente: en el hombre que estuvo tres años y tres meses sin perder un partido de la incipiente liga española. Junto a ese récord inalcanzable llegaron 12 Ligas, 11 Copas de España y 4 Copas de Europa; estas últimas, predilección máxima del Real Madrid en todas sus disciplinas. «La historia del Real Madrid de baloncesto no se concibe sin su figura», aclaraba ayer Florentino Pérez, auténtico agitador del acto celebrado en La Nucía, que congregó a varias decenas de aficionados al Real Madrid en busca de una foto con el mandamás.

De Alicante al Hall of Fame

Su ciudad se le quedó pequeña a Ferrándiz y, gracias a Raimundo Saporta, dio el salto al Real Madrid. Primero con los más jóvenes, después el filial. Hasta que le llegó la oportunidad con la que había soñado. Y no la desaprovechó. El frontón donde jugaba el equipo sus partidos de casa se quedó pequeño y la dorada historia del club comenzó a escribirse.

Florentino recordó ayer que Ferrándiz fue el primero en toda Europa en traer jugadores estadounidenses. «Luyk, Hightower o Brabender llegaron al Madrid gracias a él y nos ayudaron a crecer, nos abrió al mundo», expresó el presidente, que se jactaba ayer de que el perfil de Facebook del Real Madrid en Estados Unidos tenía más seguidores que casi todos los equipos de la NBA. «Eso es, en parte, por Pedro», confesaba Florentino.

«Es que fue un innovador, lo inventaba todo y representa los valores del madridismo a la perfección, su historia con el club es la de un amor eterno», le dedicaba el máximo accionista del club blanco a Ferrándiz, uno de los ocho españoles que tienen un hueco en el Hall of Fame del básket mundial.

La autocanasta, una genialidad

En 1962 una idea de Ferrándiz cambió para siempre el baloncesto mundial. En un partido contra el Varese italiano de Copa de Europa, el técnico alicantino decidió que no interesaba ir a la prórroga porque el rival estaba con más efectivos y mejor físicamente. La táctica era anotarse una canasta en propia, perder por la mínima en el tiempo reglamentario y superar con holgura al Varese en el partido de vuelta en Madrid. Y así fue.

«Lo bueno es que lo ideó el día anterior en el hotel y nos lo contó, no fue una improvisación en el banquillo», explicaba ayer Emiliano. Luego lo trataron de escenificar como pudieron, intentando fingir que Alocén, que fue quien anotó la autocanasta, se lamentara de un error que no lo fue. «El público se reía de nosotros hasta que un jugador del Varese se dio cuenta y comenzó a gritar que era antideportiva, pero los árbitros ya habían pitado el final», recordaba ayer Emiliano en el coloquio que compartió con Paniagua, Corbalán y el periodista Víctor de la Serna tras el documental.

El Real Madrid saldría escoltado de aquel pabellón italiano el 18 de enero de 1962 y la FIBA hubo de reaccionar y cambió la norma para que esa jugada que ideó Ferrándiz en un hotel nunca más pudiese verse en una cancha. «Hace casi 60 años de la autocanasta y todavía seguimos hablando de ello», decía Pedro Ferrándiz la pasada semana sobre estas páginas.

En tiempos en los que los éxitos deportivos españoles se contaban con los dedos de una mano, la fulgurante aparición de ese Real Madrid de baloncesto de Pedro Ferrándiz fue un soplo de aire fresco, más aún viniendo de un deporte que apenas se conocía. Su auge fue vertiginoso y se convirtió rápidamente en el segundo deporte del país. «Yo me quedé prendado de una final de la Copa de Europa en la que Pedro Ferrándiz salió a hombros de la cancha por sus propios jugadores», expresaba Toni Cabot, conductor del acto y director del Club INFORMACIÓN.

«La provincia le debe mucho», indicó Bernabé Cano, alcalde de La Nucía. «Pedro ha tenido multitud de reconocimientos, tiene una estrella en el Salón de la Fama de Estados Unidos, pero le faltaba el homenaje de Alicante, su tierra, y aquí lo tiene», añadió Cabot.

«Pedro supo construir un equipo que iba más allá del resultado deportivo»

Confesiones y anécdotas en un coloquio integrado por tres de los jugadores que Ferrándiz dirigió en el Madrid

Bajo la atenta mirada de su legendario entrenador Juan Antonio Corbalán, Emiliano Rodríguez y Vicente Paniagua repasaron ayer en l'Auditori de La Nucía multitud de anécdotas sobre su vida en el Real Madrid. Junto a ellos, el periodista de El Mundo Víctor de la Serna, amigo personal de Pedro Ferrándiz.

«La autocanasta fue una genialidad, el resultado de optimizar todo lo que tienes a tu alrededor», comentaba un Corbalán que reconoció que su llegada al primer equipo fue idílica: «Los sueños me fueron pisando, nunca imaginé llegar a tanto, yo creo que lo más importante que hizo Pedro fue que construyó un equipo que iba más allá de ganar o perder».

Por su parte, Vicente Paniagua, de una generación anterior a Corbalán, confesó ayer la dureza de las sesiones de trabajo de Ferrándiz: «La gente venía a vernos y se quedaba alucinada, luego era normal que ganáramos». «A mí me mandaba defender a la estrella de los rivales y salía a matarme con ellos, les daba caña y así dejaba a Emiliano que se luciera anotando», bromeó. «Luego en las crónicas le ponían tres picas a él y a mí, una raya», continuó Paniagua.

Víctor de la Serna, conocido también por su pseudónimo Vicente Salaner, conoció a Ferrándiz de joven y le cambió la vida. «Me hizo confiar en mí mismo. Un día, cuando aquí nadie aplicaba las estadísticas al baloncesto, cogió a un chiquillo que estaba viendo los entrenamientos del equipo y le dijo que le iba a apuntar todo lo que pasara en los partidos. Y ese chiquillo era yo», señaló.

«Menos mal que entonces no había tantas estadísticas como ahora», recuerda entre risas Emiliano. «Yo anotaba mucho, pero no sabemos con qué porcentaje», continuó entre bromas de los contertulios. Paniagua continuó con el tono distendido y recordó: «Yo le dije que yo en casa bebía vino y casera y que si antes de un partido bebía agua iba a salir atontado. Y nos dejó». Genio y figura.