La suerte del equipo español estaba echada. Antes incluso de que diese comienzo el partido, de los penaltis cometidos por León y por Torrecilla, del hermoso empate de Jenni y de la sentencia, por dos veces desde los 11 metros, de Rapinoe. Las defensoras del título siguen adelante en el Mundial de Francia y las españolas se despidieron en Reims (1-2), pero dejaron un ejercicio sobresaliente de competitividad ante las favoritas.

Algo desvirtuada -porque así lo requería el guión-, La Roja no se desplegó a partir del pie sino de los pulmones. Era, tal vez, la fórmula más válida para contrarrestar, al menos de momento, a una escuadra que combina posesión, velocidad y despliegue físico.

Jorge Vilda armó un «once» para resistir la amenaza desde los flancos de Rapinoe y Heath, alertado también por las punzantes internadas de Dunn. Recurrir al pelotazo o a los desplazamientos en largo como solución de socorro estuvo permitido. Enfrente compareció la última campeona.

El embate ante las norteamericanas exigía multiplicar las ayudas a las laterales. Ocurrió, sin embargo, que las rivales tienen argumentos para contrarrestar prácticamente cualquier plan. Más cuando se lo ponen fácil. Lo hizo Mapi León con un pisotón a Tobin Heath en el minuto 7.

El 0-1 pudo significar para las defensoras del título una clara ventaja, pero erraron lo que no acostumbran. Naeher decidió mal en la salida y Jenni Hermoso dibujó una parábola milimétrica a la red para poner el empate.

El 1-1 recolocó a la selección española, aun tras perder a Losada por un golpetazo en el rostro. Mudó su esquema el técnico español hacia el 4-2-3-1 y las suyas rindieron a gran nivel en otra faceta, la defensiva. Con el equipo recogido en 30 metros para facilitar las ayudas por las bandas.

Pero otro error en el área propia, esta vez de Torrecilla al cometer un segundo penalti, sentenció a España, que lo intentó hasta el final y se marcha con la cabeza alta del Mundial ante la favorita.