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El coleccionista de ultramaratones

El atleta alicantino Marcos Baeza finaliza la exigente Marathon de Sables, de 240 kilómetros, y suma ya 17 carreras extremas en su trayectoria. Corrió durante 34 horas por el desierto del Sáhara

Recién llegado del Sáhara, el alicantino Marcos Baeza siente que ha cumplido uno de los retos más complicados que se ha propuesto, la Marathon de Sables. Ha sido una aventura de 240 kilómetros en cinco etapas, seis días en autosuficiencia en los que la organización solo les proporcionaba el agua a los participantes, durmiendo en jaimas en el suelo sometidos a temperaturas extremas. No sólo ha logrado culminar la prueba, además lo ha hecho en el puesto 202 de la general de un total de 900 corredores tras más de 34 horas de sufrimiento máximo corriendo por el desierto. Ha sido la última gran hazaña para este atleta de 42 años que viajó patrocinado por su empresa, Selecta España.

Marcos suma una más a su extensa trayectoria en el mundo de las carreras extremas. En total lleva hechas 17 ultramaratones de montaña además de varios maratones y trails. En 2017 participó en la carrera de montaña por excelencia, el UTMB Ultratrail del Montblanc en los Alpes de 170 kilómetros , terminándola en 42 horas, además del Aneto, las cinco ediciones del Costablanca Trail y Calar de río Mundo entre otras... Desde que terminó Mont Blanc el atleta de Mutxamel ya sabía que su próximo objetivo tenía que ser el Marathón de Sables , como así ha sido. Dicho y hecho.

Uno de las mayores dificultades que ha encontrado el atleta alicantino en su camino por el Sáhara ha sido el gran peso que tenía que llevar en su mochila. «Lo que en un principio temía que mi mayor enemigo iba a ser el calor y los pies, cambió radicalmente y se convirtió en la mochila. El peso en el control sin contar el agua era de 12,35 kg y el límite eran 15 kg. Era una pesadilla correr así, encima clavándote en la arena.. en fin una vez ahí ya no pude hacer nada y tiré como pude», recuerda Marcos, que luego no tuvo más remedio que ir aligerando la carga para afrontar el resto de jornadas. «En cuanto terminé la etapa, en el campamento empecé a tirar las chanclas, pilas, medio bote de crema solar...cada gramo contaba», relata.

Uno de los peores momentos que vivió el alicantino fue en la cuarta etapa. «Era la más temida por todos. 76 kilómetros y ya empezó mal. Nada más salir empecé a notar muy cargado el cuádriceps. De repente se me calló la esterilla de la mochila, tuve que parar y ponerla bien. Aquí en el momento en el que te paras te pasan 30, ya que hay una hilera constante», recuerda. «Seguí poco a poco pensando en que quedaba mucho, y sobre el 25 empezaron a dolerme los hombros y tuve que parar a tomarme un ibuprofeno. En el 35 más o menos se me pasó y empecé a encontrarme mejor... aquí ya empecé a tirar fuerte y la verdad es que adelanté bastantes posiciones. Al final terminé mejor de lo que esperaba y acabé en 13 horas», señala el corredor alicantino, feliz tras haber vivido una experiencia que tiene claro que repetirá otro año.

«Quinta y última etapa..... aquí ya estábamos todos motivados viendo que ya no quedaba nada... era la etapa Maratón 41km y los 150 primeros salían más tarde.. además yo estaba motivado ya que había dos zonas de montaña que es donde mejor me encuentro. Salí con el grupo de delante pero el primero se equivocó y subió una meseta que no había que hacer. Tocó bajar corriendo y subir el ritmo para adelantar posiciones». Para Marcos, el Sáhara ha sido casi como un sueño.

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