Orihuela se ha visto agitada durante dos días por un movimiento logístico fuera de lo habitual que no ha pasado inadvertido para nadie. El día antes de la primera etapa de la Volta a la Comunitat, que tendría al municipio como protagonista, ya se empezó a gestar la sensación de que algo distinto, llamativo y espectacular situaría a la ciudad en el punto de mira de todo el mundo.

Las principales calles mostraban cientos de vallas apiladas, discos de prohibido aparcar y camiones logísticos que empezaban a generar una importante expectación. Pero fue en la mañana de ayer cuando, una vez montado todo el «tinglado» logístico, Orihuela se rindió a una fiesta que trascendió el ámbito deportivo y se convirtió en todo un acontecimiento social.

Calles y carreteras cortadas, viales enteros vallados, decenas de policías y guardias civiles; música y cientos de ciudadanos agolpados en distintas zonas de la ciudad ofrecieron un ambiente típico de los grandes momentos festivos como pueden ser los de la Semana Santa o los Moros y Cristianos.

La mayor afluencia de público se concentró en el lugar de la salida, en la Avenida de España, y en la explanada del Seminario, donde terminaban los ciclistas su contrarreloj, pero durante el recorrido se pudieron ver imágenes curiosas como niños acompañados de sus padres, que aplaudían al paso de cada corredor con rostros entusiasmados, jóvenes sentados en los bordillos de las aceras disfrutando del evento, y personas de diferente raza y nacionalidad siguiendo expectantes cada momento de la contrarreloj, confirmando que esta etapa iba más allá del ciclismo.