El Mutua Madrid Open, cuarto Masters 1.000 de la temporada y de categoría Premier Mandatory de la WTA que se disputará del 3 al 12 de mayo, ha concedido una invitación para su cuadro masculino al tenista español David Ferrer para que así pueda poner fin del mejor modo a «una carrera para enmarcar». «David es uno de los tenistas más importantes de nuestro país, con una carrera para enmarcar, pero sobre todo es una persona excepcional, de las mejores que me he encontrado en el circuito», dijo Feliciano López, director del Mutua Madrid Open.

El toledano recordó que ha tenido el «tremendo placer de haber compartido muchos años» con el de Jávea, con el que estuvo a punto de ganar una medalla olímpica en Londres 2012 como pareja de dobles. «Es un honor para nosotros que vaya a jugar el último torneo de su carrera en el Mutua Madrid Open», admitió.

«Seguro que será una emotiva retirada, en casa y ante los aficionados que han vibrado con su garra, su pasión y su entrega. Ferrer puede irse tranquilo porque ha dado todo lo que tenía dentro», añadió al respecto el tenista español. En este sentido, la organización del Mutua Madrid Open también confirmó este viernes que realizará una serie de actos de homenaje que se irán desvelando en las próximas fechas.

Ferrer anunció a finales de 2018 su intención de despedirse de la élite en 2019 jugando algunos de los torneos más importantes de su carrera. El alicantino, que llegó a ser número tres del mundo, marcó como su último torneo el Masters 1.000 madrileño, en el que en sus 15 participaciones fue semifinalista en 2010 y 2014.

Nadal, diez años de su victoria

El deporte nacional vivió el 1 de febrero de 2009 uno de los capítulos importantes de su historia gracias a Rafa Nadal, quien hace diez años se convirtió en el primer español en conquistar el Abierto de Australia, mirando claramente hacia el 'Grand Slam' y superando otro episodio de su rivalidad con el suizo Roger Federer. El genio de Basilea, el que aún ahora ostenta el récord histórico de 'grandes' con 20, lloró sin consuelo aquella noche en la Rod Laver Arena de Melbourne Park. «Dios, me está matando», eso fue lo que logró balbucear el tenista que una vez más aspiraba a igualar el récord entonces de los 14 Sampras.