A Quique Garrido se le cayó el mundo encima cuando en el minuto dos del partido ante el Zamora vio que no podía seguir jugando. Casi con lágrimas en los ojos y golpeando con rabia el parquet, tuvo que regresar el vestuario para que examinaran su tobillo que se iba hinchando por momentos. Armado con sus muletas se sentó en el banquillo a animar a sus compañeros y no dudó en saltar y celebrar el título a la finalización del choque. El base del HLA conocerá hoy el alcance de su lesión aunque todo apunta a que se trata de un esguince. De momento será baja segura en la visita este sábado del Azuqueca (20.00) al Pedro Ferrándiz, un partido clave para seguir la estela de los líderes. Está por saber cuántos partidos se perderá Garrido.