El País Vasco ha sido durante muchos años el centro neurálgico del ciclocross español, aunque en las últimas campañas los focos se los está llevando el vilero Felipe Orts y por ende el ciclismo alicantino. El corredor de La Vila, que logró el subcampeonato del mundo en categoría sub-23 en Bieles, en 2016, afronta su segundo año en la categoría élite con la ambición de subir otro peldaño que lo acerque al Top-15. «La pasada campaña, en mi debut con los mejores, demostré que puedo estar arriba. Dimos un paso adelante y ahora toca mejorar esos resultados», explica Orts, que ha ganado esta temporada en L´Enova y Marín y que el domingo en Berna dejó a todos boquiabiertos con su octava plaza y luchando toda la prueba por el podio. «No esperaba estar tan cerca de los de arriba tan pronto en la Copa del Mundo, pero hay que ir paso a paso», recuerda.

Lo que está consiguiendo en ciclocross, poco a poco, ante belgas, suizos y holandeses, es lo que Carolina Marín ha logrado en el bádminton en China. Le falta un peldaño todavía, pero el «españolito de La Vila» ya comienza a sonar fuerte en centroeuropa.

Felipe Orts está teniendo como maestro al veterano corredor cántabro Ismael Esteban. Ambos son los líderes del equipo Delikia-Ginestar, que por segunda campaña consecutiva contará con la distinción de equipo UCI; una categoría a la que jamás había pertenecido un equipo español y que le permite competir con los mejores del mundo.

La vilera Elena Lloret, segunda en el Open de España Cofidis de XCO, Luisa Ibarrola, Gonzalo Iguanzo, Marc Cabedo y Ainara Albert son los ciclistas que completan el plantel de la Fundación Benicadell para el ejercicio 2018-2019. «Que aparezca un club como este es importantísimo para nuestro ciclocross. El pasado año realizaron su presentación con tres ciclistas y este año ya cuentan con siete y, además, realizando una interesante apuesta por la cantera y el ciclismo femenino», resaltaba José Luis López Cerrón, presidente de la Federación Española de Ciclismo, en la presentación del equipo alcoyano que tuvo lugar la pasada semana en la sede del CSD.

El ciclismo más romántico

Cuando las hojas comienzan a caer y llega el otoño aparece como las setas el ciclocross. En el ciclismo profesional, esta época es sinónimo de barro. Instaurado a mediados del pasado siglo, el ciclocross es una disciplina limitada a una época del año y nace de la necesidad y ganas de pedalear fuera de la carretera. En sus inicios se adaptaba la bici de carretera para correr en campo a través. Con el paso de los años y con el boom del ciclismo de montaña en los 90, esta modalidad se ha limitado a la competición y se hace con unas bicicletas especiales preparadas para pedalear fuera del asfalto.

Hay que saber conjugar, como bien sabe Orts, la técnica, la potencia y también la sangre fría para volar sobre asfalto, y sobrevivir por la hierba y tierra de los circuitos, sin olvidar esas rampas casi imposibles que obligan a poner el pie al suelo y colgar la bicicleta sobre las espaldas para sortearlas.

Gracias a corredores como Mathieu Van der Poel o Wout Van Aert, en los países del centro de Europa, este deporte es toda una liturgia. Auténticos circos humanos se forman alrededor de improvisados circuitos y cuando el ciclismo de carrera decide invernar surge este deporte como auténtica pasión. «A los que no lo conocen les recomendaría que fueran a uno de estos países a ver una de estas carreras. Se quedarían sorprendidos», reconoce el corredor alicantino Felipe Orts, que carrera a carrera está logrando que su nombre también se escuche entre los grandes.

Hace unas décadas figuras del ciclismo como Bernad Hinault o Marino Lejarreta comenzaban su pretemporada tomando contacto con el barro. El bretón, ganador de cinco Tour, en una de sus apariciones en la prueba que se organizaba en Vera de Bidasoa, añadió a su palmarés un título que no aparece en sus vitrinas: el de ser el último de los clasificados en una prueba de ciclocross.