Después de un año gafado por las lesiones, Jorge Ureña (Onil, 8 de octubre de 1993), mejor atleta español de 2017, vuelve el próximo martes a una gran cita internacional -el Europeo de Berlín- con un doble objetivo: volver a competir con los mejores del mundo en la compleja disciplina del decatlón tras el calvario de sus problemas físicos y superar su mejor marca personal de 8.125 puntos en la especialidad.

Torturado por una pubalgia en la pierna izquierda, la de batida en todos los saltos, y un edema en el pubis que le mantuvieron varios meses parado, Ureña quiere recuperar en Berlín su mejor versión. Para ello, rechaza recluirse en centros de alto rendimiento y mantiene su rutina de trabajo en Onil, junto a su padre, José Antonio, su entrenador y paisano Jesús Gil y su grupo de amigos.

«Voy con muchas ganas a este Europeo después de haber estado todo el año lesionado. Los problemas aún siguen, pero ya están controlados y puedo competir al cien por cien», confirmó ayer el decatleta, de 24 años. «Tengo mucha ilusión y muchas ganas de competir con los mejores».

Ureña entrará en liza el próximo martes en la primera jornada del decatlón, que tendrá continuidad al día siguiente. «Mi objetivo en el Europeo es hacer marca personal y estar entre los ocho primeros porque el máximo nivel de las pruebas combinadas está en Europa. A ver si es posible...».

El Viejo Continente se ha convertido en el epicentro de la élite del decatlón mundial, liderada por el francés Kevin Mayer, «que sumará los puntos que él quiera», matiza Ureña. Además de los representantes del país vecino, también los alemanes y estonios son rivales de primer nivel y favoritos para colarse en la final a ocho y la lucha por el podio.

El deportista colivenc tiene un mejor registro personal en la especialidad de las 10 pruebas de 8.125 puntos, pero se muestra ambicioso y quiere superar en la capital alemana los 8.300, una marca que le dejaría cerca incluso de las medallas, que pueden estar en un rango de 100 o 200 puntos más.

«Si no pasa nada, hacer marca es relativamente fácil y asequible», explica. «Y dentro de ese objetivo, me gustaría ir un poco más allá y pasar de los 8.300 puntos. Es meterme un poco más de dificultad, pero creo que lo puedo conseguir. Es difícil porque son muchas pruebas y es complicado que salgan todas perfectas, pero hay que ir a por ello».

Pocas disciplinas del deporte rey reúnen tanta complejidad como el decatlón y Ureña lo ha sufrido en primera persona cuando se quedó fuera de los Juegos de Río de Janeiro en 2016 después de sumar tres nulos en lanzamiento de disco cuando marchaba segundo en la final y rumbo a la plata en el Europeo de Amsterdam ese mismo año olímpico.

«Dominar la técnica de tantas pruebas tiene un plus de dificultad en comparación con una sola especialidad», argumenta. «Por mucho que entrenes una de las diez pruebas, no siempre te van a salir bien. Hace dos años hice tres nulos en disco y eso no quiere decir que no los vaya a volver a hacer. Son diez pruebas y la puedes cagar en cualquiera de ellas. Una de las partes positivas es que al ser diferentes pruebas, te aburres menos, cambias cada día de disciplina y se hacen más llevaderos los entrenamientos», añade el decatleta, que ya tiene superada la decepción del Europeo de 2016 en la capital holandesa: «Sí; cuanto antes se pase de página, mejor, y hay que mirar siempre hacia adelante porque todos los años hay diferentes campeonatos, ya sean europeos o mundiales».

La dificultad de las múltiples pruebas no es el único hándicap al que se enfrentan los decatletas españoles, que se sienten «algo incomprendidos» en nuestro país con respecto a otras especialidades atléticas. «También es verdad», puntualiza Ureña, «que cada vez estamos haciendo más ruido y se nos presta más atención. Estamos consiguiendo resultados como el ascenso el año pasado a la Superliga en Europa y ahora las chicas están batiendo récords de España, que es algo que no se lograba desde hace mucho tiempo. A ver si, poco a poco, somos una prueba igual que las demás».

Finalmente, el atleta colivenc recalca que su apuesta por seguir entrenándose en la pista de atletismo de su pueblo, bajo la supervisión de su padre y de Jesús Gil, y tener cerca su círculo de amigos le aporta el equilibrio necesario para la alta competición: «Estar en la residencia Blume o en otro centro de alto rendimiento supone, en la práctica, pensar casi siempre en atletismo, mientras que en Onil puedo salir con amigos, tomar un café o ir de cervecitas, que es algo que te despeja bastante del deporte, que es muy exigente a nivel físico y psicológico».