La selección de Francia se convertía anoche en la primera finalista del Mundial de Rusia al vencer, con un cabezazo de Samuel Umtiti, a Bélgica (1-0), desarticulada por la velocidad gala, y jugará su tercera final mundialista en busca de su segundo trofeo ante Croacia o Inglaterra. Por primera vez dominado en el torneo, el combinado de Didier Deschamps, capitán de aquella Francia campeona en 1998, no renunció a las señas de identidad que le han guiado hasta la última ronda. Exhibiendo su rápido contraataque y su precisión en los pases, fue sin embargo una jugada a balón parado la que abrió la puerta de la final. El gol del central barcelonista Samuel Umtiti, que emuló a Thuram en las «semis» del 1998, bastó a los galos para dejar fuera de competición a la selección revelación, y de paso al español Roberto Martínez y a otro histórico «bleu», Thierry Henry, presente tanto en la consecución del único título mundialista francés como en la frustrada final del 2006.

Ahora, toda Francia tratará de resarcirse de la mano de un equipo que busca su premio después de la amarga resolución de la Eurocopa de su país, donde terminaron subcampeones. Croacia o Inglaterra, que juegan hoy, serán su rival.

Porterías cerradas

En un abarrotado Estadio de San Petersburgo, ambos contendientes ofrecieron un inicio trepidante. El combinado belga pronto se apropió del peso del juego con su capitán, Eden Hazard, como principal baluarte. Fue precisamente el ariete del Chelsea el que más cerca estuvo de abrir el marcador, primero en un tiro cruzado que se marchó fuera al cuarto de hora y tres minutos después en un disparo que Varane tuvo que desviar a saque de esquina. Antes, en el minuto 12, Courtois se vio obligado a salir para frustrar una ocasión del delantero del Paris Saint-Germain tras un preciso pase de Pogba.

También Hugo Lloris dejó su sello en la oportunidad más clara de la primera mitad para los de Roberto Martínez, en el minuto 21; Alderweireld recogió un balón suelto dentro del área y armó un zurdazo que obligó a la estirada del guardameta galo. El propio exjugador del Atlético desbarató poco después un remate peligroso de Kylian Mbappé en lo que dio inicio a la reacción de los de Didier Deschamps, que comenzaron a aprovechar los espacios entre líneas y su velocidad. Y es que ya cerca del descanso, Pavard se plantó mano a mano ante Courtois, que sacó con el pie un disparo que se hubiese colado en el fondo de las mallas.

La insistencia «bleu» encontró al fin premio tras el paso por vestuarios, aunque contra todo pronóstico, en un partido de idas y venidas e intercambio de golpes, llegó a balón parado. Griezmann botó un saque de esquina que el barcelonista Samuel Umiti, solo en el primer palo, cabeceó dentro de la meta belga.