Once de la noche. Entrenamiento gélido en pleno invierno. Mientras Jaime Pérez recoge los bártulos de trabajo de un equipo de Preferente, un jugador se dirige a él: «Tienes claro que no vamos a llegar, ¿no?». «Si lo tuviese claro, no estaría aquí pasando frío», respondió el preparador alicantino. Cinco años más tarde, Jaime Pérez tenía «más de 800 WhatsApps» tras eliminar al Real Madrid de Zidane de la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu. «Ni cuando nacieron mis hijas había tenido yo tantos mensajes», confiesa entre risas. Aquel hito lo tejió como ayudante de Asier Garitano en el Leganés. No era el primer logro que firmab con el club pepinero, pero sí el de mayor repercusión.

A la entidad del sur de Madrid llegó por puro azar. Se cruzó con Garitano en un centro comercial. Años antes, habían hecho juntos el curso de entrenador. «Me dijo que le hacía falta un segundo y no lo dudé», confiesa Jaime, que había trabajado mucho y bien en el fútbol amateur durante años, algo que sabía Asier, por eso le ofreció ser su mano derecha. En su primer año, el Leganés subió a Segunda; en el tercero, a Primera. «Me ha marcado mucho, tanto en lo profesional como en lo personal», cuenta Jaime, que sufrió un periodo de incertidumbre cuando Garitano firmó con la Real Sociedad, que ya contaba con un segundo en nómina. «Fui la única ficha que se quedó sin colocar», lamenta el alicantino, a quien Asier ofreció un hueco en el club donostiarra, pero no dentro de su cuerpo técnico. Jaime no aceptó. Escuchó la propuesta del Lega para seguir integrado en su organigrama de trabajo, pero la llegada de Pellegrino con su propio grupo de confianza le animó a probar suerte en otro lugar para relanzar su carrera. «No le puedo reprochar nada a Asier, él confió en mí cuando no tenía por qué hacerlo», admite sin rencor.

De Leganés se lleva muchos recuerdos y muchos cambios en poco tiempo. «Cuando llegamos no había ni internet y ahora nos vamos con una ciudad deportiva y un campo coqueto y remodelado», revela. Pero no sólo materiales, también personales. «Llegué soltero y me voy casado y con dos hijos, con eso te lo digo todo», cuenta orgulloso Jaime, que añade que se va de Leganés «muy satisfecho con experiencia vivida».

Un método eficaz

«En Primera tienes que aprender rápido a anticiparte a las cosas, si esperas a que pasen, pasarán y serán para mal». Los grandes estadios no le asustaron, pero sí la repercusión de todo lo que hacía o decía: «El primer día que expulsaron a Garitano en el Villamarín, ante 50.000 personas, y tuve que dar dos pasos adelante en el área técnica dije 'uf', pero luego la única diferencia es que en un campo grande los jugadores no te oyen».

Su fórmula no es secreta: «Sólo vale el día a día, así creció el Leganés, cada entrenamiento debe ser una obsesión». De esta manera logró eliminar al Real Madrid, una gesta impensable hace apenas cinco años. «Siempre digo que no pido deseos porque de haberlo hecho antes, me habría quedado corto con todo lo bueno que me ha pasado. Toca seguir trabajando».

Lo hará en China. Allí tiene un reto ilusionante: reactivar y ordenar las categorías inferiores del gigante asiático, donde el fútbol ha pasado a ser una cuestión de estado. Formará equipo de trabajo con el ex futbolista del Valladolid Javier Torres Gómez. En principio, los primeros dos meses los dedicará a formar una selección sub'15. La captación será en Pekín. «Allí hay que moverse con traductor siempre porque casi nadie habla inglés. Va con nosotros a todas partes», aclara Jaime. «Trabajaremos con los chicos dos meses antes de acudir con ellos a un torneo de la FIFA que se disputará en Shangai. El proyecto, en principio, es de dos años, pero tampoco descarto moverme para acabar dirigiendo a un equipo profesional de la liga China», reconoce el preparador alicantino, que se marcha del país el 12 de julio. «Me voy solo, de momento, mi familia se queda aquí». La noria no se detiene: «todos los retos suman, no hay que quedarse nunca inmóvil».