n La selección española regresó de madrugada a su cuartel general en el suroeste ruso en Krasnodar, donde es tiempo de análisis y autocrítica, mucho más allá de un primer puesto que logró de rebote, más por méritos ajenos que propios, mientras rebusca una reacción indispensable para pensar en ganar a Rusia.

Tiene cinco días, más que en ninguno de sus periodos entre partidos hasta ahora en el Mundial de Rusia 2018, y mucho trabajo mientras divisa ya en el horizonte al equipo anfitrión, al que se medirá el próximo domingo en el estadio Luzhniki desde las 16.00 horas, esta vez sin depender de nadie más que de él mismo.

«Tenemos tiempo suficiente hasta el día 1 para preparar bien el partido, para analizarlo bien. Primero a descansar, a dar el optimismo de pensar que hemos terminado primeros de grupo y a trabajar. Esto no para. Ya no se puede arreglar un mal resultado. Ahora es o te quedas o te vas para casa», advirtió Fernando Hierro, el seleccionador al término del partido ante Marruecos (2-2).

Sin identidad, sin estilo, sin apenas oportunidades, sin lucidez ofensiva, sin precisión, pero también sin fiabilidad defensiva, con otro regalo al rival en forma de gol al cuarto de hora, desbordado por momentos por el ánimo marroquí, con facilidades en el remate del 2-1 de su rival, España no se impuso en nada en Kaliningrado.

Un barco a la deriva que no naufragó porque apareció Iago Aspas para marcar el 2-2 en el minuto 91, suficiente para no temer por la clasificación. El resto lo hizo el 1-1 de Irán en los instantes finales ante Portugal. Si España hubiera perdido, habría pasado a octavos con el tercer criterio de desempate: los goles a favor.