Uruguay, con tanta eficacia como convicción, desnudó los problemas de la selección rusa y logró una cómoda victoria que le envía a Sochi, donde jugará los octavos de final como líder del grupo A. Con este marcador, Rusia se medirá con España el próximo domingo a las 16 horas y Uruguay se enfrentará a Portugal el sábado (20.00).

Todo cambió en el partido decisivo. Si en los dos primeros encuentros Rusia se había envuelto en goles para provocar la euforia de la afición y Uruguay había despertado dudas por sus problemas para anotar, en el momento de la verdad La Celeste hizo una exhibición de jerarquía, dominó todas las facetas del juego y sentenció la victoria en la primera parte, ante un rival que acude a los octavos preocupado por su escasa solvencia.

Una buena noticia para los de Tabárez, lanzados a por récords (tercera clasificación consecutiva a la segunda ronda, tres victorias en la primera fase e imbatidos), porque el técnico introdujo además cuatro cambios respecto al anterior partido y estos respondieron a la perfección.

Fue solvente Coates, sustituto de Giménez, Nandez aburrió a Cheryshev, de Laxalt partió el segundo gol y Torreira mandó en el centro del campo.

Pero todo empezó con Luis Suárez. El barcelonista, muy criticado en el debut, ha recuperado el instinto asesino. A los 10 minutos, dispuso de un libre directo al borde del área, lo aprovechó y, desde ese momento, ya le fue todo de cara, con la anfitriona angustiada.

Sin Golovin -una de las tres rotaciones que introdujo Cherchesov-, Rusia nunca controló el centro del campo, no encontró en ningún momento a Dyzuba y Cheryshev firmó su peor actuación.

El jugador del Villarreal, la sensación local al comienzo del Mundial, no pudo nunca con Nandez, tuvo la mala fortuna de desviar contra su meta el disparo de Laxalt que supuso el segundo gol y fue sustituido por Mario Fernandes cuando se produjo la expulsión por doble amarilla de Smolnikov (m.36).

Con uno menos, Rusia ya no pudo seducir a la grada más que unos segundos, con la entrada de Smolov, el ídolo de la afición hasta el comienzo del Mundial, que no aportó mucho más, y a Uruguay le quedaron solo objetivos laterales: que se estrenase Cavani como goleador o que Muslera no encajase ningún gol en el partido en el que batía a Mazurkievicz en presencias mundialistas. Logró los dos. Cavani se sumó en el 90 a la fiesta y Muslera no tuvo más que intervenir en una ocasión. Misión cumplida antes de octavos, donde aguarda al segundo clasificado del grupo B.