Frente al «nuevo rico» del fútbol mundial, el Paris Saint Germain, el Real Madrid impuso su jerarquía europea y su especial conexión con la Liga de Campeones en una demostración más de orden y sentido colectivo del juego que de buen fútbol. No necesitó más. La eliminatoria más atractiva de los octavos de final deja como gran triunfador al técnico blanco, Zinedine Zidane -que acertó de lleno en los dos partidos en su apuesta por Lucas Vázquez y Asensio- y retrata los defectos del «modelo PSG» -un equipo hecho a fuerza de talonario-, cuyo gran damnificado será el entrenador español Unai Emery.

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Zizou, entrenador, sentó a Bale

Con frecuencia se acusa al técnico francés de oficiar más de «alineador» que de entrenador. Es decir, de estar más atento a los gustos del palco y las «vacas sagradas» del vestuario que a los méritos de los jugadores. Sin embargo, en la gran noche del Parque de los Príncipes, en el partido más importante de la temporada, Zidane le dio la titularidad a los jóvenes Lucas y Asensio y dejó en el banquillo a Bale e Isco.

No le tembló el pulso y optó por el bien del equipo para tener más orden, solidaridad en las ayudas y sacrificio en el centro del campo. Casi le enseñó la puerta de salida al galés, un futbolista que se difumina si no tiene espacios y campo abierto para galopar. Y al malagueño le hizo ver que debe aportar más esfuerzo defensivo y rapidez en las transiciones. En un cruce de alta exigencia, «Zizou» disipó muchas de las dudas que ha generado en esta irregular campaña, aunque sigue siendo un misterio su fe ciega en Benzema, que volvió a defraudar.

02Un Madrid intenso, presionante y mucho más concentrado y atento.

Motivado como de costumbre en su competición «fetiche», el Madrid del Parque de los Príncipes avisó desde el principio y fue un bloque que se juntó a conciencia para defender con orden, apretó al PSG muy arriba y jugó muchos minutos en campo contrario. Nada que ver con el equipo ramplón y desmotivado de muchas jornadas de Liga y de lamentables actuaciones en la Copa. Intensidad, concentración, ayudas constantes en defensa y mucha generosidad en el esfuerzo fueron la constante del Madrid frente a un conjunto parisino desbordado y superado en todas las líneas. Muy serio, sin necesidad de la excelencia, el Real fue un equipo y el PSG un grupo desnortado. La auto-expulsión de Verratti fue el mejor exponente del desquiciamiento de los de Emery.

03La versión europea de

Sergio Ramos

Además del espíritu colectivo general y de los meritorios Lucas y Asensio, el pasillo de seguridad del Madrid también se activó en la noche europea para funcionar como un reloj. Sobre todo, Sergio Ramos, Casemiro y Cristiano Ronaldo. El capitán parece otro en la Champions. No se permitió distracción alguna y anduvo rápido e incisivo para cortar y anticiparse. El mediocentro brasileño reforzó la tarea defensiva de los dos centrales y estuvo más que correcto en la distribución, por mucho que necesite varios toques para el control y ralentice algo la distribución.

Además, Casemiro marcó con fortuna el 1-2, otro gol decisivo en su currículum de jugador esencialmente defensivo. Y Cristiano Ronaldo, a lo suyo. Volvió a aparecer para abrir el marcador y cerrar la eliminatoria con un cabezazo espectacular, potente e inapelable. Más participativo y solidario que de costumbre, ya no tiene el desequilibrio de años atrás en carrera por la banda, pero sigue siendo letal en el área -cada vez es más «9»- y suele ser decisivo siempre en los partidos grandes.

04El desplome del «modelo PSG» arrastra al español Unai Emery

La primera victoria del Madrid en París también supone el segundo fracaso consecutivo del «modelo PSG» del jeque Al-Khelaïfi, que se gastó 400 millones de euros en verano y ha vuelto a caer en octavos de final tras el bochorno del 6-1 en el Camp Nou. Muy mermado por la lesión de Neymar, el equipo de los Tiago Silva, Dani Alves, Marquinhos, Verratti, Rabiot, Di María, Mbappé, Cavani, Draxler y Pastore fue zarandeado de nuevo y, lo que es peor, apenas demostró orgullo o casta. El mayor damnificado es Emery, que está sentenciado.