No son las calles de Filadelfia ni suena el «Gonna fly now» de Bill Conti, pero para el barrio alicantino de Rabasa, José Manuel Costa, Michi (1974), es su Rocky Balboa.

En verano, cuando todo el mundo se recluía bajo la brisa del aire acondicionado, Michi (trabajador en una fábrica y Ironman amateur) recorría las Lagunas de Rabasa para aclimatarse a la tremenda humedad que le espera en Hawái. «Sobre un 90% y 30 grados de temperatura», asegura.

Mañana, en la isla de la danza y de Pearl Harbor, Michi cumple un sueño: participar en la prueba más exigente del Ironman. «Es como ir a los Juegos Olímpicos para un deportista de élite», asegura emocionado. «Es la cita más importante del mundo del triatlón, la más pura, este deporte nació aquí», reconoce un Michi ya instalado desde hace varios días en Hawái, junto con su mujer y dos hijos. «He tenido menos tiempo que los profesionales para acostumbrarme a las condiciones de aquí, pero es cuando podía cogerme vacaciones», reconoce el triatleta.

Una plaza muy codiciada

Haber conseguido un dorsal para la cima del Ironman ha sido fruto de un trabajo de muchos años y también algo de suerte. «Los profesionales deben clasificarse por puntos, pero los amateurs como yo debemos haber hecho 12 Ironman auténticos y a partir de ahí intentar entrar. Sólo hay 100 plazas para más de cien mil solicitantes. Soy un afortunado», se congratula. Además, mañana será el único representante alicantino en el Ironman. «Es todo un orgullo», confiesa. No obstante, no será el único español de la prueba; estará acompañado por 54 compatriotas más, entre ellos, Iván Raña, campeón del Mundo y de Europa de triatlón y uno de los precursores de este deporte en nuestro país.

Para Michi será su vigésima prueba tras poco más de diez años inmerso en el deporte de los 3.800 metros a nado, 180 kilómetros en bici y 42 corriendo. «Yo jugaba al hockey hierba con Escarré, pero una lesión de espalda me retiró, comencé a hacer natación para mejorar y me enganché», recuerda. Era 2004 y en 2006 ya participó en el Ironman de Lanzarote, el más duro del mundo, que ya ha hecho ocho veces. Desde entonces no ha parado: tres veces Barcelona, dos Mallorca,dos Francia, 1 Suiza... Así hasta 19, mañana (en el primero que hará fuera de Europa) sueña con terminar el vigésimo: «El resultado es lo de menos, mi ilusión es participar».

De los 55 participantes españoles, Michi es el menos profesional: «He tenido que ahorrar durante ocho años, me he pagado inscripción, avión y hotel, busqué en su día patrocinadores, pero desgraciadamente en España se valoran otras cosas antes que el deporte», lamenta. Es, sin duda, el ejemplo para todo aquel que empiece en una modalidad que cada vez gana más adeptos en nuestro país.

«Cuando colgué el stick de hockey pensé que mi carrera había acabado, y no había hecho anda más que empezar», cuenta Michi. Algo parecido le tocará vivir una vez termine el Ironman de Hawái, la cúspide de este deporte.

Por el momento esquiva convertirse en preparador: «Desde que me clasifiqué para Hawái hay mucha gente me ha llamado para que les entrene, pero no me interesa por el momento, yo vivo de mi trabajo». Pero su hijo de 14 años ya hace triatlón y le ha dicho que quiere hacer un Ironman con él. Hay Michi para rato.