El Rico Pérez llevó anoche en volandas a la selección española a su undécima fase final consecutiva de un Mundial. Teñido de rojo como nunca, cerca de 30.000 espectadores abarrotaron el estadio y lo inundaron de camisetas de la selección en un ambiente de fiesta y euforia, que contrastó con los pitos mayoritarios al defensa catalán del Barcelona, Gerard Piqué, cada vez que tocaba el balón.

Al igual que en el entrenamiento del jueves, también hubo aplausos y gritos de ánimo para el central de la Roja, pero la potencia en decibelios de los abucheos fue muy superior y apagó las fases de aliento. Aumentó la ovación a Piqué en el minuto 61 cuando fue sustituido por Nacho, pero el defensa del Barça pasó otra mala noche en Alicante tras su participación en el referéndum ilegal de Cataluña el pasado domingo. No hubo pancartas contrarias ni cánticos de reprobación, pero los pitos le acompañaron desde una hora y media antes del partido cuando se bajó del autobús para acceder al estadio y comenzaron dentro cuando se anunció por megafonía la alineación de esta España que vuelve a ilusionar.

Era el noveno partido de la selección nacional en el Rico Pérez, que prolongó su idilio con la Roja. España no conoce la derrota en Alicante, donde ya ha sumado ocho victorias y un empate en sus cuatro partidos oficiales y cinco amistosos.

Al margen de la bronca al zaguero barcelonista, la gente era consciente de que estaba ante una ocasión histórica y se volcó como pocas veces con la Roja. Agotadas las entradas desde días antes, la afición alicantina convirtió en una «marea roja» las inmediaciones del estadio y el barrio de San Blas. No hay precedentes de tanta casaca roja en el Rico Pérez, que también se pobló de banderas de España.

En los aledaños del coliseo alicantino, algún puesto de recuerdos del partido puso a la venta una bufanda de la selección con la leyenda «Esto es España y al que no le guste, que se vaya». No se registró ni el más mínimo incidente y la ciudad, que añora el fútbol de élite desde hace demasiados años, se preparó a vivir una noche de fiesta con una considerable presencia de jóvenes aficionados acompañados de sus padres. También se concentraron unos 300 seguidores albaneses en el córner del fondo sur.

El ambiente festivo en el Rico Pérez se disparó a las 20.08, media hora antes del inicio del partido, cuando salieron a calentar los futbolistas de Lopetegui al son del «¡Que viva España!» de Manolo Escobar, que atronaba por la megafonía.

Fue una de las novedades de la escenografía preparada por la Federación Española de Fútbol para grandes ocasiones como la de anoche. Además de estrenarse los nuevos banquillos a ras de césped, también se cambió la rotulación en las zonas comunes y accesos.

El entusiasmo fue «in crescendo» conforme Isco, Silva, Thiago, Koke y compañía tomaron las riendas del juego y ofrecieron una sinfonía de fútbol en la primera parte que se tradujo en los tres goles de la victoria entre los minutos 15 y 26.

Fueron 10 minutos de fantasía y de juego de gran escuela durante los que vibró la grada del Rico Pérez, que se dedicó a hacer la ola conforme se sucedían los goles de Rodrigo Moreno, Isco y Thiago.

«¡Yo soy español, español, español!», comenzó a entonar la afición, que tampoco se prodigó en muchos cánticos, más allá del «¡España, España!», alentado en diferentes sectores del graderío por el «inevitable» Manolo el del Bombo.

Buena parte del público se puso en pie para despedir al equipo con una unánime ovación cuando el árbitro decretó el final del primer tiempo, en el que España deleitó con uno de sus mejores partidos en los últimos años.

Tras el descanso, la selección bajó el pistón para regular esfuerzos y administrar su ventaja y la afición también se relajó. Comenzaron en algún sector a pedir la entrada en juego del madridista Marco Asensio, que lo hizo en el minuto 73 por el canario Silva, también muy aplaudido.

Superado el momento álgido de la sustitución de Piqué, que no jugará el lunes en Jerusalén ante Israel por acumulación de tarjetas, el Rico Pérez ya era consciente de que el billete para el Mundial de Rusia estaba en la mano. De modo que la gente se dedicó a disfrutar de los últimos intentos de Asensio, Aduriz y compañía por redondear la goleada y a saborear la clasificación matemática que llegó con el empate de Italia en casa ante Macedonia.