A las 14.15 horas de ayer, miércoles 2 de agosto, Neymar da Silva, su padre y su agente, Wagner Ribeiro, tomaron un vuelo en la terminal corporativa del aeropuerto del Prat, rumbo a un destino que ninguno de los tres quiso confirmar y con el «permiso temporal» del Barcelona para negociar su fichaje por el París Saint-Germain.

Fue el final de una intensa jornada en la capital catalana que empezó a las 9.00 horas, cuando el delantero brasileño se presentaba en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, en medio de una gran expectación mediática.

El delantero había aterrizado en la capital catalana la noche anterior, procedente de Shanghái (China), donde había hecho el último servicio al club asistiendo a un acto promocional que el Barça tenía firmado con una marca de ropa.

El técnico azulgrana, Ernesto Valverde, lo había citado para volver ayer por la mañana al trabajo, como al resto de la plantilla, a la que había dado dos días de fiesta a su regreso de la gira norteamericana.

Pero Ney no llegó a las instalaciones de San Juan Despí para entrenarse junto al resto de su compañeros, sino para despedirse de ellos y también de Valverde quien, de acuerdo con el club, liberaba al jugador paulista de ejercitarse.

Apenas media hora después, Neymar Jr. abandonaba la Ciudad Deportiva y, acompañado de su padre, se dirigía a las oficinas del Barcelona, donde le esperaban el director ejecutivo, Óscar Grau, el director de fútbol, Raúl Sanllehí, y el tesorero, Quique Tombas.

Allí, en los aledaños del Camp Nou, donde probablemente no vuelva a jugar nunca como local, los tres ejecutivos le dejaban bien claro las intenciones de la entidad azulgrana respecto a su marcha.

El Barça no rebajará ni euro de los 222 millones que cuesta su cláusula de rescisión y, de momento, tampoco piensa pagarle la prima de renovación de 26 millones que debía cobrar tras ampliar su contrato, el año pasado, hasta el 30 de junio de 2021. Esa cantidad, el club la ha depositado ante notario a la espera de que se solucione un fichaje que podría incumplir las reglas del juego limpio financiero de la UEFA.

Con la confirmación de que el Barcelona no le pondrá ningún tipo de facilidades para que recale en el PSG -los 222 millones pueden dispararse hasta casi los 300 si la operación no se contabiliza como traspaso y el jugador tiene que tributar el IRPF-, Neymar se refugiaba durante un par de horas en su casa del barrio barcelonés de Pedralbes antes de dejar, quién sabe si para siempre, la Ciudad Condal.

Hasta su domicilio se acercó Wagner Ribeiro para detallarle los avances de una operación que él mismo se había encargado de cerrar, horas antes en París, con el club propiedad de Qatar Sports Investment.

Sobre las 13.30 horas, el agente, Neymar y su padre salían hacia el aeropuerto. El propio Ribeiro informaba allí a la prensa de lo que cree que pasará en los próximos días. «El PSG pagará la cláusula de Neymar y lo presentará a finales de esta semana», aseguraba el representante del astro antes de despegar.

Paralelamente, el FC Barcelona emitía un comunicado en el que por primera vez reconocía que Neymar le había comunicado su intención de jugar en el conjunto parisino y confirmaba que le había autorizado a resolver su futuro.

«Neymar tiene contrato en vigor y una claúsula de 222 millones que deberán abonar en su totalidad. Si el PSG quiere algo, ya sabe lo que tiene que hacer», apuntaron a Efe fuentes del club azulgrana.

En esta hora del adiós, el delantero del Barcelona Leo Messi se despidió de Neymar en su cuenta de Instagram y le dijo que «fue un placer enorme compartir estos años», además de desearle suerte. «Gracias, hermano... Te echaré de menos, tío», respondió el paulista.