El ciclista Raúl Alarcón (Sax, 25-03-1986) todavía se emociona cada vez que recuerda el último kilómetro de la Vuelta a Asturias. Antes de entrar escapado en meta y, con el maillot azul de líder ya asegurado, en plena calle Uría de Oviedo, miró al cielo y se acordó de su amigo Iván Rocamora, fallecido recientemente y al que le debía un triunfo. Tuvo un instante para acordarse también de su familia, de sus padres, de su tío «el moro», al que en su infancia también le gustaba darle a los pedales, de su novia Alicia, de sus amigos y compañeros de equipo...

Le vinieron a la mente aquellas llamadas telefónicas, cuando sólo tenía 22 años, que le animaron a seguir en ciclismo después de que su equipo, el Saunier Duval-Prodir desapareciera y él se quedara en la calle y en un tris de colgar la bicicleta. Los dos años en los que se tuvo que recalificar de nuevo en el campo amateur y la oportunidad que le dieron las escuadras portuguesas Barbot-Efapel, Louletao-Dunas antes del llegar a su actual escuadra, el W52-FC Porto, sección de ciclismo del Oporto de Iker Casillas, en cuyo museo ya luce el jersey azul de ganador de la prueba asturiana.

Quién le iba a decir que cuando le pegaba las primeras patadas al balón en el colegio y optó por el ciclismo, con 12 años, con el CC Sax de José Bernabé, iba a terminar vistiendo los colores de un grande del fútbol internacional.

El destino le tenía reservada una semana de gloria después de tanto trabajo en la sombra. En apenas ocho días ha conseguido ganar etapa y general de la Vuelta a Asturias, por delante de Nairo Quintana y Óscar Sevilla, con el que tiene fotos cuando era niño y el manchego acudía a las presentaciones del CC Almansa. Ser segundo en la clasificación final de Madrid, que perdió por el «puestómetro», y ganar una etapa.

En otros tiempos, en el ciclismo, a los gregarios se les escogía por su fuerza y por su habilidad para tomar al asalto los bares de las carreteras y ser los primeros en salir cargados de bebidas para sus líderes. A Raúl Alarcón se le considera un gregario galáctico porque siempre está a disposición de sus compañeros, tira de ellos en cualquier momento y situación difícil. Esta temporada el equipo le ha dado galones de líder y después de muchos días trabajando duro en Navacerrada, ahí están los frutos. «No podía fallarles», dice el sajeño, que tiene su mirada puesta ahora en el Jornal de Noticias que se correrá en breve y su máximo sueño es participar en la Vuelta a España.

Los niños y vecinos de Sax también lo admiran y basta pasear junto a él por sus calles para comprobarlo. Alarcón es sinónimo de trabajo y dedicación y no es extraño que su ídolo sea Pablo Lastras, otro gregario con clase que ha sido capaz de ganar etapas en las tres grandes. Está seguro de que lo mejor está por llegar.