El español Javier Gómez Noya, plata olímpica en Londres 2012 y único quíntuple campeón mundial de triatlón de toda la historia, ha agrandado hoy su leyenda con la distinción del Premio Príncesa de Asturias de los Deportes 2016, un broche de oro a una carrera plagada de éxitos, en la que sólo falta la medalla de oro olímpica, que buscará este verano en Río de Janeiro.

Aunque nació en la ciudad suiza de Basilea, en la que sus padres Manuela y Javier residían por motivos laborales, Gómez Noya creció en Ferrol, donde descubrió su afición por el triatlón, entonces un deporte que apenas tenía repercusión en España.

Se estrenó en esta modalidad deportiva con apenas 15 años en la localidad asturiana de Castropol, y allí mostró sus enormes cualidades al quedar segundo en categoría juvenil por detrás de Iván Raña, al que considera su ídolo deportivo, y con quien años después compartiría diploma olímpico en Pekín.

En el año 2003, tras lograr la medalla de bronce en el campeonato de España de triatlón, empezó su carrera más difícil, después de que el Consejo Superior de Deportes (CSD) le retirase la licencia internacional por una anomalía cardíaca.

Gómez Noya se defendió con un informe médico firmado por William McKenna, para quien su enfermedad no impedía la práctica del deporte de alta competición, en contra de las tesis sostenidas por Araceli Boraíta, responsable de cardiología del CSD).

Recuperada la licencia, y tras proclamarse campeón mundial sub-23, soñó con disputar sus primeros Juegos Olímpicos en Atenas, pero sufrió un nuevo revés cuando la Federación Española (RFETRI) no le incluyó en la convocatoria, decepción que aún fue mayor tras perder de nuevo la licencia internacional en 2005.

Una licencia que recuperaría un año después, apoyado por los informes de prestigiosos especialistas y una Federación Gallega de la que se distanció este año, con el enfrentamiento con su anterior entrenador, Omar González, como causa principal.

Su empeño en convertirse en el mejor triatleta de la historia el mejor triatleta de la historia lo llevó a dejar atrás todos esos obstáculos. Empezó a coleccionar trofeos, primero con José Rioseco como entrenador, después con Omar y ahora con Carlos David Prieto, con el que terminó de pulir sus enormes virtudes.

Cinco títulos mundiales, una plata olímpica en Londres y cuatro campeonatos de Europa avalan a un deportista que el año pasado superó al británico Simon Lessing como el triatleta con más títulos mundiales de la historia.

Su reto ahora es el oro olímpico, la única medalla que le falta en su extenso e inigualable palmarés, y para la que lleva entrenando todo el año, aunque ello supusiera renunciar a luchar por su sexto título mundial.