"Jugábamos un partido caliente en el Insular. Nos encontrábamos dando un paseo Agostinho, Edgar y yo por la playa de Las Palmas. Vimos a varías gaviotas, y decidimos que el que marcara lo celebraría como una gaviota. Marqué, y ahí empezó todo". Ahí empezó ´La Gaviota´ de Henrique Guedes da Silva (Recife, Pernambuco, 1972), más conocido como ´Catanha´. La mayoría de españoles, lo primero que les viene a la cabeza cuando escuchan Catanha, es su mítica y peculiar celebración de la gaviota. Pero pocos conocen que su apodo originario -Catanha- viene de cangrejo rojo por su piel rojiza. Pero Catanha hizo muchas cosas, y muchas buenas para ser recordado solo por sus motes.

Este brasileño nacionalizado español, comenzó muy pronto a jugar en las calles de Recife. Con esa idiosincrasia brasileña del fútbol de calle o de playa, Catanha fue poco a poco afilando lo que años más tarde le daría de comer; su olfato goleador. Comenzó en el Fluminense y amplió su periplo por equipos como Sao Cristobao, CSA Alagoas, o Union Sao Joao, todos ellos de la segunda división brasileña. Este tránsito con claros y oscuros, concluyó en 1995, con su traspaso al Os Beleneses de la Liga portuguesa.

Después de su paso por Portugal, emigró a España. Su primera parada fue el Salamanca. Jugó 13 partidos y no consiguió marcar ni un solo gol. No empezaba de la mejor de las maneras la aventura en el país del que más tarde se nacionalizó. Su competidor en el puesto, el portugués Pauleta, se salía y no le dejaba hueco en el equipo. Se marchó cedido al Leganés, donde recuperó el olfato por el gol, terminando con 14 goles. En 1998, al Salamanca lo volvió a ceder nuevamente. Su etapa en el conjunto madrileño no fue suficiente para que el equipo salmantino decidiera darle una oportunidad. Y quizá todavía hoy, Catanha esté agradeciendo aquella decisión. Su cesión al Málaga le convirtió en el goleador que siempre había sido. Anotó 24 goles para lograr el ascenso con el conjunto malagueño.

Al año siguiente, continuó en el Malága realizando una temporada excepcional donde consiguió 24 goles, el mismo número que el dorsal que siempre le ha gustado llevar. Ya en primera, se consagraba como un delantero a tener en cuenta. Fue el lugar donde años más tarde, reconocería que fue el lugar donde mejor se sintió, y eso le llevó a empezar su trámite para la nacionalización como español.

De Andalucía se fue a Galicia. Una nueva etapa de su vida comenzaba en Vigo, en el Celta. Fue por aquel entonces el fichaje más caro del conjunto vigués que, llegó a pagar 13 millones de euros. En Vigo confirmó lo que había demostrado en el Málaga.

Marcar goles a alguien que lo lleva en la sangre, nunca se le olvida. Llegaba a un Celta ya consagrado, que iniciaba un bienio satisfactorio con la clasificación para la Champions. Catanha, sacó a pasear su baile "baile de la gaviota" en más de cuarentas ocasiones. Cada vez que había un gol, había baile. Eso le valió para que en el año 2000, en su primera temporada, José Antonio Camacho le llamara para la selección. Debutó contra Israel en el Bernabéu. Su paso fue efímero, pero fue un reconocimiento para un delantero que había marcado un número importante de goles como para obviar. En su país, el entonces seleccionar brasileño Luxemburgo, le menospreció llegando a decir que ni le conocía.

Su etapa como celeste, fue diluyéndose junto con el deterioro del equipo. Con el descenso del equipo, Catanha tomó la que él mismo reconocería que iba a ser una decisión errónea. La de marcharse a Rusia a jugar. "Es la primera vez en mi vida que me arrepiento de una decisión", confesó Catanha. Y eso que su compañero Mostovoi, como el mismo comentó, le había animado a marcharse. Tras volver de Rusia, amplió su extenso curriculum de destinos. Sumó a la lista nuevos periplos por Portugal y Brasil para acabar nuevamente en España, en el Club Deportivo Linares. En Segunda División B. Después de varios años, decidió volver a Málaga para jugar en el humilde Estepona de la tercera española. Tras dos temporadas, la primera muy buena ayudando al equipo a subir a tercera con 18 goles, colgó las botas.

Catanha, que siempre se ha considerado un "atleta de Cristo", leía la biblia antes de los partidos. En el propio vestuario. Unos escuchan reggeatton, y otros leen la biblia. Para gustos los colores a la hora de conseguir la motivación necesaria. Siempre ha defendido una manera de vivir que se sustente en el sacrificio y alejada del dinero y la fama. Ha sido ojeador de futbolistas en Brasil, cuna de talento. Ahora se deja ver mucho por España, en especial por Málaga, lugar que siente como su casa. Sigue la misma línea que seguía cuando salió muy joven de su país para hacer carrera en el extranjero. La gente le seguirá recordando como aquel jugador de piel rojiza, como el jugador del "Baile de la Gaviota".