La semana había sido movida tras la dolorosa derrota en Ávila. Los 44 puntos finales generaron un debate que puso en duda la capacidad ofensiva del Lucentum. Pues bien, ayer dejaron claro que cuando quieren pueden. Desde el pitido inicial se pudo ver a un equipo que buscaba encontrar su mejor versión. La encontró ante el fuerte Peixegalego gracias a la presencia, arriba y abajo, de Kody y Guillem, al aporte defensivo en los primeros cuartos de Sherman, y a la soltura desde la línea de tres de González y Hernández.

Aramburu fue el protagonista durante el arranque al encadenar varios robos. Su intensidad y la de Sherman en defensa contagiaron a los compañeros y fueron generando respeto en el rival. Kody y Bowie se sacaron de la manga jugadas personales que incrementaron la diferencia. En este aspecto podría haber colaborado el bueno de Porcher. Sin embago, el cordobés mostró su lado malo. Tiró de tres un par de veces pisando la línea. Ese detalle quizá explique que anotara dos puntos en veinte minutos.

Sherman salió como un toro en el segundo cuarto: cortando, taponando, reboteando y anotando. Muy suelto el de Washington, que nada tiene que ver con la versión pobre del debut liguero. La mañana en el Pabellón Vicente Ferrándiz dio para que más de uno se luciera. Por ejemplo, Carlos Martínez, que en jugada personal desde su campo, encestó de fina bandeja. A esto se unió un triplazo, desde su casa, de Xavi Hernández, que avisaba de lo que vendría más tarde. Apareció el rodillo lucentino. Parcial de 14-2.

Con el encuentro encarrilado, sucedió una imagen curiosa en el parqué. Los valores del deporte surgieron cuando el ex lucentino Navajas cayó al suelo, dolorido por un torcedura de tobillo. Se retiró a banquillo ovacionado por el respetable y Javi Furió, fisio del Lucentum, acudió a atenderle sin dudarlo. De chapeau. El equipo azulón despertó con dos triples seguidos de Rogers. Él (11puntos) y Green (22) destacaron por encima del resto, distinguiéndose como los hombres a tener más en cuenta. Dicha amenaza fue aplacada por el vendaval de triples que fabricó el Lucentum con acierto en las manos de Aramburu, Guillem y, sobre todo, de González y Hernández. Este último fue el que tiró del carro, verdaderamente. Organizó, mandó, sirvió asistencias de mérito y se marcó un cuatro de cuatro en triples. Impresionante recta final. Chuso González no quiso quedarse atrás y se sumo a la fiesta con dos triples seguidos (cuatro de nueve lanzados). Con el partido resuelto, a falta de dos minutos, Kuko Cruza tuvo el detalle de darles cancha a Jordá (dos intentos fallidos de triple) y a Rueda (asistencia), dos jóvenes valores que demostraron ganas por abrirse paso. Hay potencial ahí.

Victoria cómoda para un Lucentum que demostró que tiene una de las mejoras plantillas de la Leb Plata. Si al dominio en el juego interior se suman más actuaciones por fuera, el ascenso estará más cerca. De momento, la trayetoria va viento en popa. Tercero por peores números que Granada y Morón, pero con las mismas victorias. El siguiente reto será contra el Olivar en Zaragoza. A priori, el conjunto de Kuko Cruza viajará con muchas posibilidades de conseguir el botín, pues el rival se encuentra en la zona baja.