Jesús Fernández es un deportista con inquietudes. Quizá por su edad, quizá por su carácter, lo cierto es que lo tiene claro. Por las mañana se levanta temprano para ir la central de Puleva en Granada desde su pueblo adoptivo, Otura, de 6872 habitantes. Suena la campana a las 14:30, come y se echa una siesta. A las cinco entrena todos los días durante una hora a niños de la escuela del club. «He conseguido que la Fundación instale la escuela en mi pueblo y para mí es una gozada formar a chavales», subraya. Al mismo tiempo, renoce que el capitán del Covirán Pablo García también trabaja, porque lo que no es sostenible es «vivir en una burbuja toda la carrera deportiva». La realidad es otra y Jesús está situado en la pole para que no le pille el toro.
