¿Qué ha de tener una prueba de aguas abiertas para atraer a casi 3500 nadadores a pretender llevarla a cabo?

Travesías hay muchas, de hecho algunos fines de semana hay simultáneamente hasta cuatro o cinco en un radio de unos 150-200km, pero la Travesía Tabarca-Santa Pola es única. Pueden ser muchos los motivos, y ninguno desmerece mención, la organización es excepcional, se cuida hasta el último detalle y se mejora año tras año, la seguridad, el entorno, el ambiente,.. seguro que cada nadador destacaría una razón y habría un gran abanico donde elegir. Pero quiero destacar esa que lleva a una persona que no ha nadado en su vida a querer completarla, la superación personal.

El pasado domingo tomaron parte de la prueba nadadores experimentados, otros amateur que repetían, muchos veteranos acostumbrados a esa distancia, y una gran mayoría que han trabajado durante mucho tiempo en la ilusión, e incluso sueño, de unir la Isla de Tabarca con la península, recorrer a nado esos 5900m, que muchos jamás han pensado siquiera en llegar a nadarlos seguidos nunca. Yo he sido testigo de cómo han incubado esa ilusión durante mucho tiempo, entrenando varias veces por semana, comenzando prácticamente a nadar, como el que aprende a andar, con tropiezos y mucho esfuerzo.

Les he visto asombrarse cuando terminaban un entrenamiento de 3000m en una piscina de 25m donde a veces el mayor entretenimiento es ver como se desplaza esa bola de pelo del fondo mientras le doy una y otra vuelta. Les he visto agotados, sin aliento, doloridos, pidiendo un descanso cuando el tiempo de recuperación no daba ni para cambiar de material en las series, pero siempre cumpliendo con los entrenamientos. También les he visto superar la barrera de los 4500m, de las dos horas dentro del agua, de los fines de semana entrenando, y de ese primer día en el mar, desorientados, tragando algo de agua salada, sorteando días de oleaje para acostumbrarse al peor de los escenarios, con el pánico a esos hidrozoos tan urticantes que de vez en cuando, atraídos por las corrientes se dejan caer por nuestras costas, dejando malos recuerdos a los bañistas, aun sabiendo que ese territorio les pertenece más a ellos que a nosotros.

Pero siempre con una visión en la mente, la de verse en la meta, en la playa del Varadero de Santa Pola, cruzando la meta ante la mirada de familiares, amigos, extraños y curiosos, y porqué no decirlo, de clones de nosotros mismos hace un tiempo, pensando; "si ese puede nadarla, por qué no puedo hacerla yo?"

Y llega ese gran día, los nervios nos invaden desde los días previos y se intensifican con la proximidad del momento de la salida, la noche previa cuesta conciliar el sueño, y el madrugón es importante, pero nos da igual, lo deseamos, sentir el bullicio en el puerto, y contrastar sensaciones nos calma un poco, el paseo en barco previo deja ver que la distancia es considerable, el mar no está tan tranquilo como nos hubiera gustado, la playa de Tabarca parece pequeña para tantas ansias de carne y hueso.

Y así semidesnudos, y con emociones que van desde el miedo, el nerviosismo, las ganas de terminar, las de disfrutar, las de compartir, las de ganar... pero sobretodo las de superarnos, y de eso trata el deporte, la vida, de superación personal. Tengo la suerte de llegar con tiempo para ver llegar a muchos de ellos, a otros los encuentro dentro de la carpa, unos cansados, otros doloridos, bebiendo, comiendo, recuperando fuerzas, aprovechando para hacerse la foto de turno con amigos, con improvisados compañeros de travesía, pero veo satisfacción; "el tiempo no ha sido bueno", "una más y van...", " ¿Qué ha sucedido del kilómetro 3 al 4?", "me ha encantado, espero poder nadarla el próximo año", "he cumplido un sueño de hace mucho tiempo".

Da igual quien gane la prueba, ya que el domingo ganamos los casi 1150 nadadores que llegamos a meta, cada uno impulsado por su motivación, y todos impulsados por la superación personal. Espero que muchos de vosotros os sintáis identificados, otros sepáis que me refiero a vosotros ya que os he preparado lo mejor que he podido y de los que estoy tan orgulloso como vuestra propia madre, y otros, esos que no habéis tomado parte de esta aventura os animéis , a poneros un bañador y unas gafas y comenzar a construir un gran recuerdo, una experiencia que seguro no olvidareis, y os superéis.

Gracias a todos por compartir esta experiencia, gracias al C.N. Alone por dejarnos soñar durante un año en otra aventura más Tabarca-Santa Pola. Esta semana dos nadadores, de esos que la vida lleva, de desconocer los estilos de la natación a nadar grandes distancias por causas solidarias, llevarán a cabo dos retos de superación personal, y porque les conozco os puedo asegurar que comenzaron como vosotros, tal vez no fue con Tabarca-Santa Pola, pero arrancaron de manera humilde, con cortas distancias, y ahora van a ser protagonistas de sus propios sueños de superación, incluso abriendo nuevos horizontes, y nadando entre lugares que jamás nadie se ha atrevido a unir.

Jorge Crivilles, alicantino, amigo y gran apasionado de este deporte, afrontará el Cruce a Nado del Canal de Catalina, en la costa californiana, 21 millas náuticas (39Km) entre la Isla de Catalina y la costa, esa es la distancia que separan a este nadador de un sueño, un acto solidario, un acto de superación y de entrar en la historia de las aguas abiertas como el cuarto español en llevar a cabo la Triple Corona (que la completan el Canal de la Mancha y la vuelta a la Isla de Manhattan).

Margarita (Tita) Llorens, menorquina, amiga, y entregada al nado en el mar, va a llevar a cabo su particular Triple Corona Balear, tras nadar el Canal de Menorca, 40km entre Mallorca y Menorca, tras unir las islas de Ibiza y Formentera (30Km), el miércoles llevará a cabo el Cruce de Ibiza a Mallorca, nada más y nada menos que 85Km a nado.

Todo nuestro apoyo a ambos en ambos cruces, y que deportistas como ellos sigan abriendo nuevos horizontes de superación, ya que son fuente de inspiración para los demás.