El balonmano playa es un deporte veraniego, que se ha puesto en primera línea mediática por la controvertida decisión de la Federación Internacional, de imponer como indumentaria el «top» y el bikini. En la Suances Cup, un torneo integrado en la Arena Cup de este deporte, 21 de los 22 equipos femeninos participantes fueron amo nestados por no respetar la uniformidad que ha desatado la polémica. Algunas federaciones como la vasca amenazaron con retirarse de la competición, como muestra de rechazo total.

Esta sucesión de hechos obligó a la Federación Española de Balonmano a adoptar «una postura de defensa absoluta hacia las jugadoras que opten por utilizar, a nivel nacional e internacional, una indumentaria diferente a la establecida por el reglamento». La libertad de elección parece haber cerrado el debate y terminado las críticas, al menos de momento, entre las deportistas.

La normativa aplicada no es novedosa, pero sí en cuanto a su aplicación, por lo que existía un evidente desconocimiento. Según nos cuenta Magali Cabrera, integrante del balonmano playa Jugui SOS de la ciudad de Valencia, «se formó demasiado polémica, no por lo que protestaban, pero sí al ser una normativa que tiene varios años. Como nadie se sabe la normativa, nadie la aplicaba», declara. En años anteriores cualquiera podía vestir como quisiera, incluso «con ropa de pista». Esto creaba cierta confusión y poca apariencia de seriedad en la práctica. Algo que podría haberse remediado con cierta información y comunicación sobre el tema en cuestión. « No existía difusión», comenta Magali, la ley estaba en un anexo pero nadie imponía su obligado cumplimiento y, mucho menos, se informaba sobre la norma.

Otra de las jugadores, Lorena Gimeno, cree que lo «excesivo» son las medidas no las normas, que son necesarias en cualquier competición. No puede estar un deporte supeditado a unas centímetros determinados, «¿qué va a venir el árbitro con el metro a medirnos las bragas? Sería excesivo», bromean.No creen que exista demasiado problema en mostrar la barriga, «cualquier chica en la playa va en bañador». Uno de los motivos de aplicar la norma de forma tan rigurosa, es la intención de profesionalizar el balonmano playa y alejarlo de la práctica amateur. Pero las deportistas piensas «que a golpe de sanción no es la solución».

Sin instalaciones

Como en cualquier deporte minoritario la situación es precaria. No tienen instalaciones reglamentarias suficientes para entrenar y se creen desatendidas ante las instituciones públicas. «En Valencia no hay porterías adecuadas para poder entrenar, por lo cual, equipos de Madrid que tienen pistas artificiales están mejor preparados que nosotras que tenemos playa todo el año», dicen Lorena y Magali que no entiende que teniendo playa todo el año partan en clara desventaja con sus compañeras que tienen instalaciones artificiales para poder practicarlo durante todo la temporada.

Además sostienen que las administraciones no les dan permiso,ni permiten las celebraciones de algunos torneos. Ni la inclusión de determinados patrocionadores, que son pieza indispensable para la organización de un torneo ante la escasez de recursos monetarios.El Jugui SOS tienen uno que supone un desahogo económico, aunque pese a ello deben costearse de su bolsillo cada desplazamiento, inscripción en un torneo o la renombrada equipación, que de momento, podrá ser a elección de las chicas.