Gareth Bale, el gran fichaje de Florentino Pérez, el jugador por el que el Real Madrid ha roto el techo del mercado de fichajes (100 millones de euros), no sólo es una cifra millonaria, es un futbolista polivalente con un físico portentoso que siempre soñó con jugar en el conjunto blanco y que incluso llegó a dormir con el pijama del club de sus sueños.

«No estoy seguro de que exista un buen momento para dejar un club (Tottenham) en el que me he sentido asentado y he jugado hasta la fecha el mejor fútbol de mi carrera. Sé que muchos jugadores hablan de su deseo de marcharse al club en el que soñaban jugar desde que eran niños, y yo puedo decir honradamente que éste es mi sueño hecho realidad», afirmó Bale poco después de hacerse oficial su fichaje por el Real Madrid.

Sus palabras muestran un deseo que ya es realidad. Estaba destinado a recalar en el club merengue. Y, en su cama, mientras soñaba con llegar a España, llegó a dormir con un pijama del Real Madrid. Eso gustará mucho en un club con una afición predispuesta a querer a jugadores comprometidos. Bale, parece que lo será.

Ahora, el presidente del Real Madrid suma a su nuevo proyecto, liderado por el entrenador Carlo Ancelotti, un nuevo referente en su continua búsqueda de la 'Décima'. Bale es uno de los futbolistas más deseados del planeta, un jugador que crece a cada año que pasa. Un portento físico capaz de 'galopar' como un sprinter, centrar con precisión británica y golpear el balón con potencia e intención a partes iguales.

Natural de Cardiff (16 de julio de 1989), ya desde edad temprana los que le conocían descubrieron en él un don para la práctica deportiva. Atletismo, rugby, hockey..., nada parecía resistírsele a un chico que finalmente optó por el fútbol cuando el Southampton llamó a su puerta.

La promesa se hizo pronto realidad y en abril de 2006, con 16 años y 275 días, se convertía en el segundo futbolista más joven en debutar con los «Saints». Solo otro talento precoz como el actual jugador del Arsenal, Theo Walcott, logró arrebatarle ese puesto en el cuadro de honor del club.

Sí consiguió ese récord, por contra, en su selección nacional, a la que llegó cuarenta días después. En una de sus más de cuatro decenas de internacionalidades se coronó como el goleador más joven tras marcarle un tanto de falta, una de sus especialidades, a Eslovaquia en la fase de clasificación para la Eurocopa 2008.

Por entonces, se desenvolvía de lateral izquierdo y le ponía los dientes largos a algunos clubes de la 'Premier'. Uno de ellos fue el Manchester United, donde jugaba su compatriota e ídolo Ryan Giggs. Sin embargo prefirió la llamada del Tottenham, por quien fichó en el año 2007.

Los comienzos en Londres fueron duros. Una lesión en diciembre que le hizo perderse el resto de la campaña y la competencia del camerunés Assou-Ekotto, le relegaron a un segundo plano. Tampoco le acompañó su fama de gafe. Bale tuvo que saltar al campo en 25 ocasiones para conseguir su primera victoria en la máxima categoría.

Sin embargo, la suerte que le fue esquiva en el arranque, se puso de su lado con el paso del tiempo. Los problemas físicos del compañero que le cortaba la proyección le permitieron volver con regularidad al once. Y llegó para quedarse.

Su explosión llegó en el Giuseppe Meazza, con los primeros trazos de un Bale ya más adelantado en su posición del campo. Pese a la victoria del Inter de Milán por 4-3, el galés consiguió un 'hat-trick' en la segunda parte y desorientó por completo a la experimentada defensa italiana en general y a Maicon en particular, considerado entonces uno de los mejores laterales del mundo.

Aterriza así en la capital de España un joven talentoso que con 24 años recién cumplidos aún está lejos de tocar techo. Un jugador que hace de la banda izquierda una pista de atletismo y de su zurda un auténtico martillo.

Chico formal poco dado a escándalos, triunfará si supera dos mitos. Uno, el de la difícil adaptación de los británicos a otras ligas. Otro, el de la incompatibilidad con Cristiano Ronaldo, futbolista potente como él que cae de fuera a dentro para terminar las jugadas.